Sala del Trono

Se iba a llevar una sorpresita si no le gustaban los gatos, pero eso ya lo verían cuando fueran a sus aposentos y se encontrara con Incanta. Al escuchar aquello de la cita tuvo que alzar los hombros -Nunca fui cortejada, no sé lo que es una cita- Fue sincera, a la gente no le gustaba ella y a ella no le gustaba demasiado la gente. No sabía cómo hacer conversaciones banales y aquello le ponía de mal humor, no mucha gente entendía su humor a excepción de sus hermanos y amigos más cercanos, por ende, la calificaban de cruel o insensible. Y cuando algo no le gustaba también solía atacar a la gente. En fin, que durante su adolescencia había estado huérfana y como Descendiente no había tenido tiempo para dedicarse a hacer eso -Bueno, Max… Hmm…- Frunció el ceño -No, nada- Él tampoco la había cortejado, se metió en sus sueños y la ayudó con varias cosas hasta finalmente proponerse. Viendolo desde ahora pues…Sí que había sido manipulada, Maxwell había puesto todo para que Catherine creyera que lo necesitaba y su matrimonio era la guinda del pastel. Contuvo un suspiro exasperado.

Estuvo atenta a la respuesta de Wthyr aunque no lo mirara, por si escuchaba que se reía pero no lo hizo lo que la hizo fruncir el ceño. Había esperado… Otra reacción. Una parecida a la de Rosse, que se metía constantemente con ella desde que tenía memoria. Aún así pensó que sería prudente hablar con Lucio para saber si el veneno podía dejarle alguna secuela, a ella o a los bebés -Lo sabe…Gio sabe cosas- Repitió avergonzada y lo miró cuando hizo aquel sonido de sorpresa, notando el gesto de después como si estuviera agobiado o cansado de sus preguntas y por un instante se sintió retraída. Apenas asintió e hizo un sonidito agudo de “umhm” cuando le preguntó si lo sabía porque Gio le había aclarado en su última carta, aún así cuando lo especificó apartó la mirada decidiendo no seguir hablando del tema. Al menos, no era ese tipo de persona. Luego se lo aclararía a Giordano. Al menos cambiaron de tema con rapidez así que se concentró en el tema de las ilusiones.  -Ambas. Layla era muy débil con las ilusiones, si usó la magia de Elise entonces la ilusión cobró vida por encima de su control y no pudo volver a retomar las riendas de ést. Así que… No pudo destruirla y se las comió. ¿Quieres una demostración? Prometo no hacer nada raro- Indicó alzando suavemente las cejas. Hacer magia con él era de las cosas que…la mantenía en Ávalon.

En cuanto al Imperio Mágico…Bueno, allí diferían tanto -Lo sé- Dijo cuando expresó su reticencia a aquello de la autorización -Sí, es lo que te estoy diciendo- Asintió, no tenía miedo en reconocer que no permitiría la imposición de un gobierno mágico porque sí -No voy a permitir que te conviertas en el próximo Termeritus…Y deja de mirarme así, no vas a meterme miedo por atravesarme con tus ojos. Eso te servirá para tus vasallos, no conmigo- Le respondió cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco.

Aquello de la utopía…¿Ian le había dicho algo parecido, no? Quizás estaba soñando demasiado pero al mundo le faltaba eso -No lo sabes ¡Nadie lo ha probado! Simplemente lo desestimáis porque os quita poder- Señaló con el ceño fruncido y palabras sentidas lo que daba a entender que lo había dicho en más de una ocasión y empezaba a frustrarse con ello -¿Cuál es el lugar que les corresponde a los humanos? En tu opinión…- Señaló y una parte de ella recordó al amigo de Johan, Thalos, que era humano y había luchado codo con codo con todos. Creía que en la Brigada también había humanos -¿Los menosprecias porque no tienen magia?- Cuestionó de nuevo y ante su siguiente pregunta tensó los labios, apartando la mirada -He hablado con Johan, el antiguo líder de la Resistencia mágica. Están recibiendo alimentos de Irlanda, medicamentos también así que asumo que la situación es precaria. Gio está con Lykaios en Italia tratando de establecer alianzas… Están tratando de reparar el mundo, Wthyr, no de conquistarlo- Alargó una mano y lo tomó del antebrazo con fuerza -Hay otras formas de hacer las cosas. Me dijiste que era una visionaria… Pero desechas mis palabras porque no concuerdan con las tuyas- Entrecerró los ojos y decidió jugar una baza que, de momento, no había hecho, pero… -Soy tu esposa, soy la reina de Ávalon y si a mí no me escuchas no vas a escuchar a nadie. No te voy a dejar convertirte en otro dictador mágico. No te voy a permitir iniciar otra guerra-

Fue toda una sorpresa que nunca la hubiesen cortejado, aunque tampoco me esperaba algo así del garrulo que había tenido por esposo. Aún así...era raro que una Descendiente no hubiese tenido citas, aunque fuesen organizadas por los padres. El tal Max ese que mencionó debió haber sido lo más parecido a cortejo que había tenido, aunque no parecía tener ganas de hablar de él. Mejor, tampoco me interesaba escucharlo. - Tampoco te pierdes mucho. La mayor parte de las veces son un engorro. - los encuentros más interesantes eran los que no había que forzar, ni pensar demasiado en normas y protocolos. También era un fastidio eso de que Da Vinci supiese cosas, cosa íntimas además. Esperaba no encontrármelo cara a cara en mucho tiempo. Lo peor es que intuía quién era la persona que había tomado parte en el ritual. Agradecí que diese por zanjado el tema con ese sonido mientras asentía, mejor dejarlo ahí.

- Así que tu hermana era una débil. Seguro que envidiaría en lo que te has convertido, y aún eres joven. Imagina lo que podrías hacer dentro de unos años. - entorné los ojos sin poder evitar un gesto de desconfianza cuando dijo que si quería una demostración, aunque me tentaba más la parte de experimentar con ella. - Hagámoslo. Sólo sáltate la parte final en la que alguien muere. - añadí sarcásticamente para recordarle que tuviese cuidado al hacer lo que tuviese en mente.

Suspire pesadamente y cerré los ojos un momento cuando corroboró que era eso precisamente lo que estaba diciendo, que se opondría. La creía capaz con esa terquedad. Así sería si no lograba convencerla, y no me interesaba tener otro frente abierto. - Termeritus no me llegaba ni a la suela de los zapatos. Deja de compararme con esos patéticos magos de segunda. - solté un 'tsk' por lo bajo por eso que dijo de atravesarla con la mirada, no lo hacía con esa intención ni esperaba amedrentarla a base de eso. Enarqué una ceja al ver cómo se alteraba por criticar su utopía, dándome a entender que no era la primera vez que la bajaban de la nube. Y con razón. A veces se me olvidaba que todavía tenía la inocencia de la juventud.

- Los humanos me importan...absolutamente nada. - ese era el lugar que ocupaban para mí. Si no estorbaban, bien. Si se ponían en medio los aplastaría como los inferiores seres que eran. No sólo inferiores, sino culpables del genocidio provocado por la IA. Alterné la mirada entre su rostro y su mano en mi brazo cuando me agarró, mirándola con cara de 'qué demonios haces'. - Muy bien, que se entretengan con sus misiones humanitarias. Ilusos...se creen que alguien les va a agradecer. - me mantuve en tensión mientras me debatía entre un contraataque verbal agresivo y una estrategia de apaciguamiento para dirigir el conflicto a mi antojo. Finalmente opté por lo segundo, iba a ser lo más práctico. Llevé mi mano libre a la suya, colocándola encima a la par que empezaba a hablar con calma. - Sería faltar a la verdad si dijese que no he hablado contigo en dos meses más de lo que he hablado con gente de aquí en mucho tiempo. Me hubiese largado a la primera palabra si no valorase lo que dices. Únicamente quiero darte una perspectiva más amplia. - intenté soltar el agarre que había hecho en mi antebrazo, tratando de coger su mano. - Quiero que vueles conmigo, voy a llevarte a ver la realidad en unos cuantos sitios. Me dijiste que te gustaba volar. Ahora puedes hacerlo.




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Éxito: No se pone a discutir
Fallo: Discute

El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Se le quedó mirando un instante cuando dijo que Layla seguramente la envidiaría y negó con la cabeza, era un concepto que no le entraba en la cabeza, pero dudaba que Wthyr comprendiera eso. Layla nunca tuvo nada que envidiarle, más bien al contrario. O al menos esa era su percepción. Lo de la ilusión iba a necesitar que terminaran de hablar al menos de una cosa para poder concentrarse en ello, así que acabarían el temita.

-No estoy comparando tu nivel de magia, Wthyr. Sé que eres poderoso…Pero tu ideología no dista de la de él y es lo que temo- Le fue sincera porque no creyó tener ninguna necesidad de mentir. Escucharle hablar de los humanos así hizo que lo mirara con cierta decepción. Los humanos también eran personas y capaces de hacer algo increíble, como esa tecnología que casi acaba con su existencia. No le interesó, en lo absoluto, que le mirara de esa manera por cogerle el brazo. Hasta donde sabía, era ella la que tenía problemas de contacto -No buscan agradecimiento ni reconocimiento, quieren ayudar y ya- ¿Por qué no podía entenderlo? Quizás es porque el altruismo no era un concepto conocido por él. Tardó un par de segundos en procesarlo y empezó a hablar casi sin pensar  -¿Nos ayudaste sólo porque querías sumar puntos, no? ¿Era eso? Te importaba una mierda si el mundo acababa sucumbiendo…- De pronto empezó a recordar lo mucho que le había echado en cara que cerrara Ávalon cuando tanta gente había perecido en las garras de SAM. Podrían haber ayudado pero se habían quedado en aquella isla, sin apoyar…sólo para hacerlo al final y… Sintió que le faltaba la respiración de nuevo -¿Este fue tu plan todo este tiempo? ¿Apoyar en la última instancia y saciarte en las migas en las que quedó el mundo? – No podía creerlo, simplemente no llegaba a entender como alguien podía ser tan maquiavélico.

-Porque no te quedaba de otra, soy tu rompemaldiciones y nuestros destinos están unidos para bien o para mal. Y tenías que vigilarme, porque no confías en mí. Porque no confiamos en el otro, porque pensamos distinto- Las palabras de Ian rondaban en su cabeza e incluso las de él. La salvación, en su vientre. Un medio para un fin. Tenía que recordar cómo se respiraba. Dejó que le cogiera la mano porque tenía una pregunta que no paraba de rondarle la cabeza, sentía que el corazón le latía con fuerza ante la idea de la respuesta, pero quería confirmarlo -Volaré contigo, también quiero ver el mundo…Pero quizás sea yo la que amplíe tu perspectiva- Indicó apretando su mano para evitar que se alejara de ella rehuyendo de la pregunta y entonces juntó valor y lo miró a los ojos con un gesto de advertencia -¿Qué pasaría si nuestro hijo nace squib? No te atrevas a decirme que no es posible, porque sabemos que lo es…¿Qué pasaría con él? ¿Qué harías con nuestro hijo? – Pero lo cierto es que…No le dio tiempo a responder.

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Catherine estaba sentada en un sofá, en la pequeña recepción cerca del Salón del Trono donde solían tener las reuniones formales, sobre su regazo estaba un pequeño de tres años con ojos grises y el cabello negro. La viva estampa del Rey de Ávalon pero en versión miniatura. La morena lo tenía contra su pecho mientras el niño jugaba con un caballo de madera -Este no explota ¿No?- Le preguntó al crío con una sonrisa pero él negó y empezó a mostrarle lo que hacía, más que nada porque sospechaba que se lo había enviado Giordano...Porque ella se lo había pedido, era un caballo que funcionaba con magia pero su bebé no había podido ponerlo en marcha. Ella sospechaba porqué.  Lo había discutido en alguna ocasión con Wthyr, sus hijos con Ian ya habían demostrado algo de magia a esa edad. Aedan había hecho levitar cosas y su pequeña atraía sus juguetes preferidos. Pero él...Él no había demostrado un ápice y Catherine se había atrevido incluso a canalizar algo de su magia para ver si la de él respondía, si estaba dormida pero...Nada. Nada. Y cada vez avanzaba más el tiempo preparándolos para una realidad que debían enfrentar.

Ese mismo día. Y que, probablemente, dictaminaría el destino de Ávalon.

Cuando la puerta del despacho se abrió, Wthyr, que estaba cerca del escritorio volvió la vista hacia Ixión, al menos en físico -Sus majestades- Hizo una leve reverencia y empezó a caminar hacia el centro. Lo cierto es que se le notaba particularmente nervioso y Catherine intercambió una mirada de preocupación con Wthyr.  -Después de… hacer un par de estudios y comprobaciones exhaustivas solicitadas, debo confirmaros que el príncipe no tiene magia- Alzó la cara hacia Catherine que se inclinó contra el niño y apoyó sus labios contra su frente, cerrando los ojos un instante mientras digería la noticia para luego sonreír levemente y alejarse para mirarlo, le acarició suavemente el pelo. Tras eso se incorporó, apoyándoselo en la cintura un tanto abultada de su segundo embarazo -Está de más informaros que no compartáis la información. Muchas gracias, puedes retirarte…-  Esperó a que se fuera y se aseguró de que la puerta estuviese cerrada. Tras eso movió suavemente la mano para levantar un hechizo y que el bebé no les oyera. Y tampoco los que estaban fuera -¿Wthyr?- Inquirió dubitativa, buscando su mirada.

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¿Quería probar una ilusión?
Allí la tenía.

Que reconociese que era poderoso no era un halago, era simplemente ser observadora. Igual que opinaba yo de ella. Ninguno de los dos era un mago de tercera clase. No me gustó que me mirase con esa cara de decepción por hablar así, como si esperase que yo de repente fuese un abanderado de la igualdad entre razas. Una igualdad en la que no creía porque no existía. ¿Por qué se empeñaban en creer esas mentiras? más todavía me repelía lo del buenismo ese de las misiones humanitarias.  - Ayudar o alimentar sus endebles egos, esas cosas suelen ir de la mano. - solté con desdén antes de que comenzase a hacer elucubraciones sobre los motivos por los que ayudamos. Ahora resultaba que me estaba echando cosas en cara, así que me indigné sin necesidad de fingirlo.

- ¿Ganar puntos para qué? ibais a escupirnos en la cara igualmente. Hubiese sido un sacrificio absurdo sólo por ganar vuestra aprobación, no te lo tengas tan creído. Si colaboramos fue únicamente porque el mundo se estaba yendo al infierno y da la casualidad que también vivimos en este mundo. Tarde o temprano habríamos acabado sucumbiendo. Por eso pusimos nuestra fuerza, para aportar, y por propia supervivencia.  - ella no había estado dentro cuando la máquina atacó. Parecía que no supiese que estar a punto de sacrificar nuestras vidas no tenía nada que ver con segundas intenciones.  - Más maquiavélica es tu mente si piensas que ayudé porque ya tenía pensado de antemano todo este asunto de la política expansiva. No estaba planeado, ni siquiera sabíamos si sobreviviríamos. - empecé a arrepentirme de haber optado por la vía del apaciguamiento en cuanto justificó que hablase con ella porque no me quedaba otra, como si fuese una obligación para tenerla controlada. Para una vez que intentaba mostrar aprecio por su compañía y se me volvía en contra...

- Tú lo has dicho...tú piensas de una manera y yo de otra. ¿Para qué te voy a llevar conmigo? sólo quieres llevar razón. - quise apartarme de ella, molesto y pensando en largarme yo solo. No llegué a alejarme porque no me soltó la mano, lanzándome aquella extraña pregunta que no me esperaba para nada...

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Las sospechas sobre mi primogénito habían provocado mis desvelos durante los últimos tiempos, pues con la edad que tenía ya debería haber demostrado alguna señal de poseer magia. - Puedes explotarlo con fuego valyrio, hijo. -  Mientras lo observaba en el regazo de su madre no podía dejar de pensar en la vida tan dura que le esperaría de ser ciertos mis temores. Él era la prueba viviente de la ruptura de nuestra maldición, se merecía algo mejor.

La irrupción de Ixión en el despacho me hizo desviar la mirada. En cuanto le vi la cara supe lo que venía a decirnos, así que cerré los ojos y solté el aire pesadamente. Confirmaba que nuestro hijo era un squib. Le di la espalda al mensajero  y a Catherine para ocultar un gesto de profunda decepción, agradeciendo que fuese ella la que le dijese que podía retirarse y que no se fuese de la lengua. Las esperanzas de que fuese el heredero del linaje se acababan de esfumar. Me giré lentamente cuando mi esposa pronunció mi nombre, mirando de manera inconsciente a su vientre. Un fugaz pensamiento pasó por mi mente, si el siguiente podría ser el heredero. El trono Pendragon no podía ser para un squib, por mucho que me doliese. Caminé hacia ella para coger en brazos al pequeño, estrechándolo contra mí. Ya sólo por haber sobrevivido y habernos salvado al resto había hecho suficiente.

- No puede saberse. Este mundo es cruel con gente como él. Ni siquiera tú soportabas vivir sin magia. De algún modo le hemos condenado a ser así. Por nuestro egoísmo. - me lo llevé conmigo para dejarlo en mi regazo mientras me sentaba en la silla frente a mi escritorio, dejando que se entretuviese con unas figurillas de dragón que había sobre la mesa. ¿Qué opciones había?    - Existe una manera... -

-Yo los he ayudado…Y no es por ego- Le dijo a Wthyr con el ceño ligeramente fruncido. No había ido personalmente pero al menos había enviado algo de ayuda a Johan, esperaba que sirviera de algo, confiaba plenamente en cualquiera de los tenientes Royden. O en la General. Sin embargo, cuando Wthyr empezó a responderle Catherine se sintió de nuevo incómoda. Era cierto que, desde su punto de vista, quizás habían ido a la más peligrosa de las misiones. Sin magia… Sentía que se le cerraba la garganta de sólo pensarlo. Era cierto que era una misión prácticamente suicida y así como se había enterado de que Shyvanna curaba a los del hospital supo que Wthyr y la vikinga habían estado en la UCI. Bajó la mirada un momento tapándose la cara con la mano libre, lamentando la forma en la que había dicho las cosas, y tratando de buscar las palabras para explicarle que lo sentía.

-Porque podemos hacer las cosas distintas…Porque me dijiste que podíamos hacer grandes cosas juntos- Insistió con el ceño fruncido y la voz temblorosa pero concentró sus atenciones en la ilusión.

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Catherine le dedicó una mirada de “¿Estás desquiciado?” cuando el soltó lo del fuego valyrio. No iba a dejar a su hijo expuesto a semejante líquido tan impredecible. Era un niño.  La noticia, sin duda, había tocado una fibra sensible para los dos. Catherine no se imaginaba un mundo sin magia y Wthyr tenía sus propias expectativas pero tampoco podían rehuir de una realidad tan…dolorosa sólo por no querer aceptarlo.

El corazón de Catherine se aceleró cuando Wthyr cogió al niño en brazos, pero el gesto… Distaba del rechazo. La morena lo evaluó mientras hablaba -Es la realidad…- Susurró y cuando mencionó que el mundo era cruel lo miró de forma significativa, pues el rechazo hacia los humanos y, por ende, a los de familia mágica, pero sin una pizca de energía se cocía en casa. No de parte de ella realmente, pero… -Porque yo conocía la magia, sé cómo me hace sentir, me quitaron una parte de mí misma- Le explicó siguiéndolo hacia donde se sentó, mirando al niño cuando habló de condenarlo. La morena alargó una mano hacia el rostro de su esposo y le cogió de la barbilla para que le mirara, dulcificando su gesto -No hemos condenado a nadie…Y no hemos sido egoístas, lo hemos dado todo, Wthyr- Le acarició la mejilla con el pulgar brevemente. Su relación había ido cambiando con el tiempo, había crecido en confianza, en respeto y quizás no hubiese un amor como el de las historias más románticas y épicas del mundo, pero al menos…No peleaban por cualquier cosa y apreciaban la existencia del otro además de protegerse. No, no tenía nada que ver con Stavron y Elise, que era lo que ella había temido.

Lo soltó y se apoyó sobre el escritorio, dejando las manos puestas sobre la mesa para soportar su peso. Desvió la mirada lentamente de donde estaba jugando su niño hacia Wthyr cuando dijo que había una opción. Reconoció su mirada y en seguida captó el significado de sus palabras -Puedo hablar con Khaled- Informó, a fin de cuentas, ya lo conocía. Incluso podría convocarlo a Ávalon con la repetitiva mención de una palabra pero… Volvió la mirada hacia su niño y tensó los labios -¿Qué sucede si él es así porque debe ser así?- Alargó la mano hacia su bebito y le acomodó un par de mechones de su denso cabello oscuro y cuando posó sus ojos en ella le sonrió abiertamente y se inclinó, o iba a hacerlo, pero el movimiento no era bueno para su vientre así que se incorporó y se llevó una mano allí con una mueca.  Inspiró lentamente  y luego miró a su esposo - ¿Qué pasa si intentamos cambiar su destino y… vuelve?- Preguntó refiriéndose a la  marca en el pecho, bajando la vista hacia la zona del pecho donde él la había tenido y el gesto de Catherine se desencajó. No podía volver a pasar por eso.

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- La realidad puede ser la que tú quieras, ¿no es así? - al menos eso es lo que ella hacía cuando quería proyectar una imagen sobre sí misma, la que los demás querían que viese.  - Podrías...hacer eso para él. - sugerí sin apartar la mirada del pequeño, que se giró hacia mí con una sonrisa para dejarme uno de sus juguetes. Ahora era muy feliz y estaba protegido por nosotros, pero eso no duraría para siempre. No podríamos librarle siempre de todos los males. Cogí el juguete haciendo como que me interesaba por lo que me contaba el crío, aunque en realidad tenía la cabeza en el problema de ser squib y todo lo que acarreaba.

- Así que quieres decir que no le importará porque él ya ha nacido sin magia... - no se podía echar de menos algo que no se había tenido, pero sí podía envidiarse. Lo haría en cuanto comenzase a ver diferencias con los demás niños de su entorno.  - Se sentirá diferente, inferior. - la caricia de Catherine sirvió para sentir que estábamos juntos en eso, eximiéndonos de la culpa.

- También podríamos haber dejado que la maldición siguiese su curso. - mencioné de manera sombría como  otra posibilidad que tuvimos en el pasado, aunque actualmente no cambiaría por nada la decisión que tomamos al unir nuestros linajes. Había encontrado algo de paz, después de todo. Además parecíamos haber desarrollado una conexión para entendernos, enseguida captó que hablaba de los Soul Reapers.

- No me gusta recurrir a ellos, pero hay prioridades. Sé que tienen una hermandad que se dedica a la magia de sangre. Sería suficiente.  - apoyé mi frente un momento sobre la cabeza del niño cuando ella dejó caer que tal vez es así como debía ser. Parecía otra burla del destino, una vez libres de la maldición.

 - ¿Acaso podemos saber si debe ser de ese modo? ¿Qué pasaría si nos arriesgásemos a cambiarlo? Al final creo que tendrá que ser él quien decida lo que quiere ser. Hasta entonces...tendremos que buscar el modo de manejar la situación.  -  me puse en pie para dejar al niño de pie en el suelo para dejarlo libre jugando, pues ya pesaba demasiado para que Catherine lo cargase en su estado. Me acerqué a ella al ver la mueca que hizo al llevar la mano a su vientre, preguntándole con un gesto si se encontraba bien. Su última pregunta me inquietó tanto que no supe qué responder. Como ella me había dicho una vez...no saber todas las respuestas sobre lo que podía pasar no me hacía un mago peor.

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dado de 10: 3, no se da cuenta de que está en una ilusión

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'Dado (10)' :

Observó a Wthyr un instante cuando mencionó lo de la realidad, asintiendo pero luego tensando los labios brevemente -Eso…No sería ¿mentirle?- Preguntó un poco reticente -Puedo hacerlo- Le dijo, confirmando su teoría -Puedo pulir más mi control sobre la magia y tratar de hacerlo pasar por él pero también tendría que estar todo el tiempo con él por si lo intentase solo- Murmuró Cath, tratando de organizar su mente para resolver esa situación porque sí, con los años había aprendido a manipular esa magia de sangre gracias a Wthyr y sus enseñanzas. No podía quejarse, era un buen maestro.

-Eso creo…Pero sí, se sentirá excluido. No será fácil…Sobre todo si sus hermanos tienen al menos una cuarta parte de nuestro poder juntos- Murmuró llevándose una mano al vientre con cierta preocupación y sonrió, pero de forma casi triste, al recordar cuánto se comparaba ella con sus hermanos incluso siendo poderosa -Es…No quiero que crezca así, genera muchas inseguridades y…- Cerró los ojos, sintiendo que se le ponía la piel de gallina. En efecto, después de encontrar una extraña sintonía entre sus “dos familias”, Cath había bajado en una gran medida su nivel de ansiedad y casi no le daban ataques, pero los recuerdos no hicieron más que sombras en su cara.

-Wthyr…- Le llamó la atención cuando empezó a ponerse tan oscuro. Sin embargo, la información de los Souls no dejaba de ser importante e interesante -Hablaré con Khaled ¿Quieres venir conmigo? Podemos volar juntos a Italia…- Propuso sonriendo de lado, como si fuese un hobbie que ambos habían desarrollado juntos aunque él hacia mucho tiempo que lo tenía. Lo observó incorporarse y escuchó sus preguntas sin encontrar las respuestas, simplemente alzó los hombros y lo miró a los ojos cuando dijo que quien debía decidir…era él. Catherine se incorporó del escritorio sonriendo brevemente mientras le pasaba los brazos por la cintura, negando con la cabeza para que no se preocupara por su mueca. Tras eso apoyó la frente en su pecho, siendo consciente del latido de su corazón -Podemos hacerlo…Pod…


-…emos hacer grandes juntos si trabajamos mano a mano y no separados- Dijo Catherine sintiendo un nudo en la garganta mientras mantenía exactamente la misma postura que en la ilusión, mientras ésta se difuminaba par volver a la realidad.  Sí, en efecto, estaba abrazándolo con la cabeza apoyada en su pecho porque en el momento en el que había aceptado que era el niño el que debía decidir supo qué tipo de padre iba a ser. Tenía corazón, tenía empatía, pero no hacía más que esconderse detrás de esa obsesión por conquistar, por ser superior, por ser más. Ella sólo quería paz…Quizás la felicidad era más difícil de alcanzar en la situación en la que estaban viviendo, pero paz… Y lo que Wthyr preveía hacer con el mundo distaba mucho de ello.  No quería alejarse porque no quería verle la cara pero estaba completamente segura de que sería él quien la apartaría.

- ¿Qué prefieres entonces, una verdad dolorosa o una mentira que le evite sufrimiento?  - tampoco esperaba que contestase, no era una pregunta fácil de responder y ni yo mismo tenía claro qué sería mejor. Por mi gesto no parecía que estuviese convencido del todo con la idea de las ilusiones, sobre todo cuando mencionó que tendría que estar todo el rato con él.  - Maldita sea...- Sería traumático que intentase hacerlo él solo para darse cuenta de que nada era real.  - A largo plazo sería un error. Podría incluso volverse loco por no distinguir qué es real y que no.  - desvié la mirada hacia nuestro hijo, negando finalmente con la cabeza como si descartase la idea. Ninguna solución era adecuada. La cosa cambiaba mucho cuando era tu propio hijo el que no poseía los dones de la sangre mágica. Nuestra familia siempre había despreciado a los humanos sin magia, y en las últimas generaciones no había habido ningún squib en Ávalon. Para mí tenían menos valor, no me importaban lo más mínimo.

- Sus hermanos deben ser el menor de los problemas para él. Tienen que apoyarle. La familia no le dará la espalda. - todo dependería de lo que les enseñásemos nosotros. Si notaban que pensábamos que era malo no tener magia, ellos también lo pensarían. Más me iba a costar a mí asumir algo así. Seguí rumiando aquello y lo de haber errado en algún momento lo suficiente como para provocar que mi primogénito no tuviese magia, alzando una atormentada mirada hacia ella cuando me llamó por mi nombre. - Reúnete con él, pero seremos discretos por el momento. - Volar...solía ser nuestra manera de escapar de todo por unas horas, o unos días. Necesitábamos esa sensación de libertad. Acepté con un simple gesto, rodeándola con mis brazos para estrecharla contra mí cuando apoyó la frente en mi pecho. Cerré los ojos sintiendo algo de calma mientras sus palabras me envolvían, pero...la frase que dijo ya no parecía tener nada que ver con lo que estábamos hablando.
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Al abrir de nuevo los ojos parpadeé confuso un par de veces, como si no fuese consciente de que había decidido abrazarla. ¿Me había quedado dormido o sólo estaba montándome historias en mi cabeza? No vi a ningún niño en la sala, el entorno estaba distinto, Catherine estaba distinta... - ¿Qué ha pasado...? - murmuré todavía sin separarme de ella, como si fuese lo único real a lo que aferrarme mientras mi mente trataba de interpretar lo sucedido.

Enseguida empecé a atar cabos, dándome cuenta de que podía haber sido víctima de una de sus ilusiones, una en la que ni me había enterado que estaba porque ella había decidido ponerme de protagonista. Tal y como me había explicado antes, así no notaría la diferencia. Inspiré profundamente disgustado porque lo veía como una traición, había usado aquello contra mí.  Moví mis manos hacia sus hombros para separarla lo suficiente como para que me mirase a la cara. - ¿Qué era todo eso? ¿Querías manipularme para que haga lo que tú quieres? ¿Ponerme a prueba? - pregunté con ira contenida, soltándola para alejarme de ella finalmente. Le di la espalda mientras me pasaba una mano por la cara, avergonzado y enfadado conmigo mismo por  no haber podido hacer nada para evitar caer como un idiota. - ¿¿Qué pretendías metiéndome en una de tus ilusiones sin avisar?? - gruñí alzando un poco más la voz, dándome la vuelta para quedar de nuevo frente a Catherine. En la ilusión todo había parecido muy real, incluso había experimentado paz...pero era una mentira. Nada de eso existía, sólo era lo que ella quería que viese.

La pregunta de Wthyr hizo que le mirara largamente. Ya debería conocerla para entonces -Siempre elegiré el dolor- Por encima de muchas cosas. Apartó la mirada de él porque simplemente no quería indagar mucho en ello, esa era su forma de ser y entendía alguna que otra mentira blanca a fin de cuentas estaba metida en la política de los Descendientes pero de allí a mentirle toda una vida. La frustración de su esposo respecto a la ilusión hizo que bajara la mirada, vaya si los dos sabían lo que era difícil de distinguir. Catherine no estaba orgullosa de esa etapa pero… No, no había peros.

-No me refería a eso…Sino a que podría no caerle en gracia que él no tenga nada y los demás están por encima de la media- Los dos tenían en alta estima a la familia y sabía que sus hijos responderían, en cierta medida, como lo harían ellos. En el fondo sabía que con sus hijos con Ian no habría problema, porque Ian era amigo de humanos y estaban incluidos en su vida sin mayor problema. Era aquí, en Ávalon, con sus primos y su futuro bebé donde se planteaban las cosas complicadas. Asintió a lo de Khaled y disfrutó cuando le rodeó con los brazos, cerrando los ojos.

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Sin embargo, cuando la ilusión cayó un gran vacío se instaló en su pecho. La realidad era un asco. Quería volver allí donde había sido exitosa, donde tenía a sus bebes, donde había roto la maldición, donde había conseguido una especie de armónica paz entre sus dos vidas. Quería saltarse la parte complicada y sólo vivir en paz. Apretó lentamente la ropa de Wthyr pero supo que la vorágine dragón estaba por llegar -Una ilusión- Le respondió preparada para las consecuencias.

Soltó la ropa y dejó que la alejara, subiendo el mentón para poder verlo a los ojos -Un futuro probable- Frunció el ceño cuando le preguntó si quería manipularlo sin entender a qué venía eso y negando con la cabeza -¿Manipularte con qué? No tenía nada que ver con tu imperio y tus planes de conquista mundial… ¿Qué tiene que ver nuestra relación con nuestros hijos con tu corona? - Lo de ponerle a prueba, bueno, eso sí era un poco lo que había hecho y Catherine se alejó, abrazándose a sí misma -Quería ver cómo reaccionabas a una probabilidad que existe. Quería… Denigraste a los humanos y tenía miedo de que rechazaras a nuestro hijo si llegase a ser así…Pero…- Se detuvo.

Catherine escuchó la siguiente pregunta y su tono y su gesto cambió a uno severo. No le gustaba para nada cómo se estaba dirigiendo a ella pero sabía que quien se había aprovechado de su poder era ella así que controló su temperamento y se concentró en darle una explicación -Si te avisaba tu subconsciente iba a estar demasiado atento y encontraría fisuras. Por ejemplo… - Ladeó la cabeza con los labios tensos -¿Cómo se llama el moreno? No lo sé, por ende, no me dirigí a él por su nombre… ¿Cómo se llama tu dragón? No lo sé, no lo incorporé… Podría haber rebuscado en tu mente, pero eso sería desviar la atención de la ilusión y…No quería, quería verte  a ti...Como realmente eres, no como aparentas ser- Fue técnica y habló en un tono bastante serio para luego quedarse en silencio un tiempo. Probablemente, estaba inseguro por haber perdido el control. Podía empatizar con ello -No lo haré de nuevo, a menos que me lo pidas. Te doy mi palabra-

La idea de ese futuro como uno probable no me desagradó, a excepción del problema que sería un heredero sin magia. Parecía incluso que estábamos más unidos. A pesar de eso no tenía nada que ver con probabilidades de futuro, sólo era producto de su mente al proyectar una ilusión controlada. Entorné los ojos con desconfianza al escuchar que la ilusión no tenía nada que ver con mis planes. Al principio no lo parecía, pero luego... - Mentira. ¿Y tú última frase? "Podemos hacer grandes juntos si trabajamos mano a mano y no separados". - repetí palabra por palabra lo que ella había dicho, como si eso fuese prueba suficiente de que me quería hacer cambiar de idea respecto a mis planes. Tampoco me había equivocado en lo de ponerme a prueba, por lo que la miré indignado.

- También creías que despreciaría a mi propia sangre por no tener magia...ese es el concepto que tienes de mí. Claro, es completamente comparable despreciar a un desconocido con despreciar a tu hijo. Muy lógico. - añadí con tono irónico, teniendo que controlarme para no enfadarme más aún por haber sido usado para un experimento. - Podías haberme preguntado sin más, y leerme la mente si no te fiabas. Lo otro...es una artimaña rastrera. Hubiese preferido que me avisaras, incluso le habría inventado un nombre al hijo. - ahora mismo caía en esos detalles. En ningún momento le pusimos nombre, pero el rostro...era bastante creíble, al igual que el resto de elementos que habían aparecido. - ¿Y? ¿satisfecha con lo que has visto? - pregunté acercándome bastante a ella, en tono retador y todavía bastante molesto. Si se lo proponía, podía mantenerle en una ilusión constante para hacer lo que quisiese. Podía hacer que no tuviese control sobre mí, y eso era una idea que no soportaba. Era mi esposa, pero si quería podía ser mi peor enemiga. Ni siquiera estaba seguro de poder creer en su palabra.

- Si alguna vez te pido que lo hagas, será porque estoy desesperado. -
sentencié de manera seria, dándole a entender que sólo me refugiaría en las ilusiones como último recurso. Me separé de ella para pasar de largo, dirigiéndome a la puerta. - Vete si quieres, vuelve a tu vida de ensueño en Ouroboros. Hasta el día de la coronación no es necesario que volvamos a actuar para el público. - dije dolido sin darme la vuelta, cerrando al salir para perderme por alguno de los pasillos.

-No me llames mentirosa- Le espetó - ¿Es que acaso una familia feliz no es un logro? ¿Sólo te sentirías completo siendo el rey del mundo?  - Le preguntó, la verdad, estaba empezando a perder los estribos por su forma de hablarle. No le pasó desapercibido que le había ¿Dolido? Que tuviera ese concepto de él. ¿Qué quería que hiciera? No lo conocía. -No deberías despreciar a nadie por su naturaleza, sea  o no tu familia, empecemos por ese principio- Le respondió con bastante dureza.

“Artimaña rastrera”, se quedó en silencio ante esas palabras que…le dolieron, porque había pasado años de entrenamiento para ser ama y señora de esas ilusiones y guardaba gran cariño por su nivel de creatividad, alejada de los cuadros y sin encontrar tiempo ni ganas para pintar, las ilusiones eran una de las pocas cosas que le permitía modificar o enseñar el mundo a través de sus ojos. Sólo lo observó pensando que de volverse en su contra le dedicaría el mismo cariño que le había dado a Katarina. No respondió a sus preguntas, puso las manos tras su espalda y simplemente se le quedó mirando. Estaba teniendo un arranque de ira y ella no hacía más que echarle leña al fuego. Y aquello escalaría…Hasta que acabaran los dos gritándose. Pero, Catherine había aprendido mejor de la última vez que había actuado de forma impulsiva para robarle magia. No, se quedaría quieta y aunque se acercó de forma imponente sólo alzó la cara para mirarlo. No iba a dañarla, no podía. Al menos no físicamente. Psicológicamente era otra cosa, pero no tenía peor enemigo que ella misma así que Wthyr no podía ganarle en nada.

Lo dejó irse, escuchando la oferta de volver a Ouroboros y se detuvo a pensar. Si volvía a Ouroboros no podría seguir escuchando información sobre aquellos planes de conquista que pretendía el Pendragon. Tampoco le había informado lo de Morgana y menos aún la posición de Consejo. No, en ese momento no podía ceder a la necesidad de escudarse en su familia y olvidarse que había un mundo afuera que sufría la ira de los dragones. Tenía que ser Descendiente, mucho más allá del conocimiento mágico, mucho más allá de Ouroboros. Se pasó una mano por la frente, apartando un mechón de pelo y silenciosamente se retiró del despacho hacia sus aposentos guiada por un guardia.

Las horas que quedaban hasta la coronación se me acabaron haciendo más largas de la cuenta, pues había que esperar hasta la noche y durante mucho tiempo tuve la incertidumbre de si Catherine se quedaría o no. Shyvanna se había estado encargando de ella, por lo que intuí que al final la había convencido para quedarse. Tuve tiempo de sobra para reflexionar sobre todo lo que la rubia me había dicho, como en lo amenazada y asustada que debía sentirse Catherine con todo lo que le había pasado en la isla, o en posibilidades de evitar una confrontación tan directa con nuestros objetivos. Debía haber un modo, aunque me pareciese casi imposible que aceptase nuestras ideas de conquista de territorios.

También me había hecho darle vueltas en eso de cortejarla o tratarla como trataría a mi dragón, lo que podía traducirse en llevarla conmigo a ver mundo o entrenar con ella. Lo de ofrecerle ganados de cabras y vacas para comer como que no aplicaba.  Con las anteriores esposas había sido todo más fácil, pero es que la circunstancias eran muy diferentes. Intentaría iniciar una tregua para seguir los consejos que me había dado, ya que ella parecía saber mucho más que yo sobre cómo relacionarse con la gente. Aún así seguía muy enfadada con Darren por todo el tema de anunciar una boda sin más. En eso habían cometido el mismo error que yo cuando anuncié bodas en Yule.

Al caer la noche me dirigí al salón del trono, atravesando el pasillo que conducía a éste. Los guardias se alineaban a uno y otro lado, y los estandartes de las casas Pendragon y Le Fay ondeaban por doquier. El de ella era un cuervo sobre una calavera sobre una anochecer lleno de estrellas, y el nuestro un dragón rojo sobre fondo negro. Al llegar a las puertas cerradas me detuve un momento, inspirando profundamente para calmar unos nervios que no reconocería tener. Era una tontería, ni que fuese a una batalla. Sí, había dicho muchas veces que sólo era un acto más, pero era algo para lo que me habían preparado desde niño. Había pensado muchas veces en ese día, desde que asistí a la coronación de mis padres. Cuando ellos murieron la corona regresó a mi abuela, y en ausencia de ella me correspondía a mí, el primogénito.

Pasillo interior del Salón del Trono. No a la vista de los demás

Shyvanna se había mostrado radicalmente amable cuando fue a buscarla y Catherine ya no sabía si era cosa de ella o de la leche de amapola. De igual forma, lo agradeció. Aunque no tanto su parloteo, le informaba más o menos de todos los protocolos que debían seguir, los tiempos de entrada y …tanto, tanto que Catherine la miró con agobio para luego encontrar la mirada de Eretria a través del espejo y pedirle más leche de amapola. Aunque fueran unas gotas más.

Era increíble la cantidad de oro puro que tenía encima. Mientras la vestía Shyvanna le explicaba brevemente que cada uno de los clanes estaba incorporado dentro de la ceremonia. Aparentemente, todas las joyas y el perfume que tenía encima habían sido hechas por el linaje de Midas, el de Cleopatra había hecho los trajes de ambos. La coronación se hacía de noche porque el linaje de Atila había predicho la posición de las estrellas era provechosa.  Había preguntado por los Lothbrock pero Shyvanna dijo que su regalo, así como el del linaje de Hipatía serían entregados durante la ceremonia.  Hammurabi, con sus portales, permitiría que todo el pueblo de Ávalon pudiera ver la retransmisión en directo.  Y los Aduladores… Shyvanna se había reído suavemente diciendo que los había mandado a tejer cada uno de los banderines Le Fay a mano.

En algún momento se fue, supuso que para arreglarse y Catherine se quedó mirando en el espejo no pasando desapercibido las escamas en los hombros preguntándose si no podría haber puesto plumas. Sonrió de lado ante la tontería y cuando un sirviente fue a por ella, alargó la mano a la taza de té y se terminó todo en un par de tragos que, cayendo en estómago vacío, le hacían la cabeza más ligera. Se sentía…mejor.

Despidió al sirviente con un gracias bajo. Cuando vio a Wthyr al final del pasillo bajó la mirada y fingió que acomodaba el cinturón raro que tenía en el abdomen y el resto de las cadenas que salían de la gargantilla. Veía todo… Excepto a él. Se colocó a su lado y fingió que la tela del vestido necesitaba especial atención para verse bien. Pero hasta eso llegaba a un punto así que cuando acabó se irguió, sintiendo el ronroneo de su magia despertando así que tomó una silenciosa respiración para controlar ese ramalazo de energía que subía por toda su columna vertebral y se anclaba en su nuca para luego irradiar a sus dedos y buscar salida. Entrelazó los dedos y los colocó delante de ella esperando la llamada de las trompetas. Y si Ávalon tenía que contemplar sus ojos brillando, bueno, no le importaba en lo absoluto.

SALÓN PRINCIPAL DEL TRONO.

Había intentado ser un poco tolerante con Catherine que parecía un fantasma cuando la encontró y se ocupó de explicarle varias cosas, pero no le pasó desapercibido que Eretria le había traído otra cosa así que cuando se fue le preguntó qué era y no le gustó nada la respuesta así que le preguntó cuánto había tomado y se lo mandó a decir a Wthyr con un mensajero, cuidando las palabras.

Se fue a cambiar por su vestido de la coronación que fue difícil de elegir hasta que decidió que… Que sinceramente, aquella marca de maldición iba a estar con ella quizás para siempre y que debía informarle al mundo que la tenía. Así que había elegido uno revelador y por encima del vestido de Catherine, pero bueno, ella tenía problemas para mostrar carne. Ella no. Así que tras cambiarse se fue al salón del trono. Sabía que sus hermanos irían llegando poco a poco y había coordinado para que Cedric escoltara tanto a Lake como a Gwen, Darren entraría con Freyja y ella no entraría con nadie porque no era su momento. Tenía que organizar lo demás.

Todo, de momento, iba perfecto. Por si acaso, y como le había avisado a Cath, le había puesto un catador personal para el banquete. También le advirtió de los bailes y que seguramente acabaría volando en dragón con Wthyr. Si AMBOS ponían de su parte. Cosa que DUDABA, pero decían que la esperanza era lo último que se perdía. Saludó a cada uno de los presentes con una sonrisa mientras observaba el pergamino que llevaba en las manos donde tenía la escaleta de cada cosa y luego de las 12… Era libre. Muy libre… Hasta las 12, todo era su responsabilidad. Y NADIE iba a matar a NADIE. PORQUE IBAN A CONOCER SU IRA.

-¿Mmm? ¿Ya están ahí?...Que los guardias se retiren…Silenciosamente, dejarlos solos- Susurro Shyvanna sonriendo de lado de moda maquiavélica.

Las esperas nunca me habían gustado, me hacían impacientarme demasiado por la expectativa de lo que podía suceder. Giré la cabeza al escuchar unos pasos acercarse, sintiendo una especie de alivio al comprobar que era Catherine. Al final había decidido quedarse, probablemente por la intervención de Shyvanna. Ya no tendría que inventar excusas peregrinas para justificar que mi esposa no estuviese presente. Ella no me miro en absoluto, pero yo sí que me fijé en ella. Tenía un porte regio y una elegancia misteriosa. Cualquiera se quedaría mirando a su paso. Respiré hondo mientras se acercaba, decidido a poner en práctica lo que me había dicho mi hermana. Debía enterrar el hacha de guerra con ella, al menos por esta noche. Se supone que ella estaría tranquila, según la información del sirviente le habían dado algo de leche de amapola. Si se pasaban dormiría durante horas, pero algunas gotas podían servir.

Volví a colocarme de frente a la puerta cuando llegó hasta mi lado, entrelazando mis manos a la espalda mientras alzaba la mirada hacia el techo. Carraspeé ligeramente, un tanto incómodo porque no sabía muy bien cómo volver a dirigirme a ella después de todo lo que nos habíamos dicho. Tampoco me salía ponerme a hablar de banalidades o halagos para romper el hielo, prefería algo que tuviese algún significado. - No sé qué te habrá dicho Shyvanna para que te quedes esta noche, pero te lo agradezco. - agradecimientos...eso era un refuerzo positivo y una buena manera de empezar. No se nos daba bien comunicarnos y a la mínima nos poníamos a discutir. Bajé un poco la cabeza para ponerla de nuevo en posición normal, echándole una mirada de reojo. Los ojos volvían a brillarle de esa manera, y eso que ni siquiera estábamos canalizando magia juntos. A lo mejor eran sus ganas de atacarme contenidas, quién sabe. Podían ser más cosas...

- Sé que tienes muchos motivos para querer irte de aquí y estar en otro sitio, y casi ninguno para querer quedarte. Has tenido miedo. Ni siquiera pude protegerte cuando intentaron matarte. - esa confesión era la que más me molestaba, pero necesitaba que lo supiese para que entendiese parte de mi insistencia por irse. Sólo parte... - Por eso te dije que podías irte, porque fuera estarías a salvo. Porque no es agradable obligar, pensar que tienes a tu esposa cautiva y triste constantemente. También porque es difícil bajar la guardia y confiar en alguien que puede jugar con tu mente si quiere. - visto en perspectiva iba más enfocado a saber si repudiaría al niño, pero en ese momento lo interpreté como que quería manipularme para abandonar la idea de la conquista. Solté las manos que tenía entrelazadas a la espalda, ofreciéndosela para que la estrechase a modo de pacto o tregua. - Quédate, pero si lo haces que sea por voluntad propia. No hemos sacrificado tanto y llegado tan lejos para terminar sin haber alcanzado ninguna meta.

Ignoró su carraspeo y, lo cierto es que, después de tantos años teniendo ansiedad social  y sintiéndose incómoda en presencia de mucha gente, Catherine había obtenido una maestría en el silencio. Sabía que él, así como en la oscuridad, encontraba refugio por ende no tenía la necesidad imperativa de llenar el silencio como, por ejemplo, Shyvanna a quien… Le captó algunos gestos que reconoció consigo misma y pensó que quizás no era la única ansiosa. Pero le parecía raro que una persona así de extrovertida… Dejó de pensar cuando Wthyr le dirigió la palabra, cerró los ojos preparada para cualquier tipo de insulto, ironía o comentario de mierda que iba a salir de su boca.

No podía reconocer ante él que la razón de más peso para quedarse es que no tenía los santos cojones de cruzar Ávalon a pie. No podía siquiera imaginarse lo que se reiría de ella si se enteraba que tuvo un ataque de ansiedad estando a 10 metros del castillo. ¿Se acordaría de lo que había dicho sobre los castillos medievales? Era irónico que el castillo Pendragon ahora, para ella, fuera un refugio. Asintió con suavidad, como toda respuesta. Por lo que sabía, cualquiera de sus palabras podía ser usada en su contra así que no dijo nada.

Esperó que allí se acabara la conversación, esperó que las trompetas empezaran a sonar, que hicieran todo eso que tenían que hacer y que la sacaran de ese instante con Wthyr. Pero no pasó absolutamente nada y él decidió seguir hablando, Catherine miró al frente concentrándose en un solo punto -¿Te dijeron lo de esta mañana?- Preguntó de ipso facto girando la cabeza hacia él rapidez, pensando que Eretria se había ido de la lengua y le había dicho que le había rescatado de toda la gente que la rodeaba en la calle. ¿Y si le dijo que al entrar al castillo estaba temblando? ¿O Shyvanna le habló de su palidez? Frunció el ceño, enojada por ser tan débil mentalmente y al escuchar lo de protegerle volvió a mirar al frente -Estoy viva gracias a ti. Te diste cuenta de que algo andaba mal antes que yo…Si no fuera por ello, ninguno de los dos estaríamos aquí. Te traicionaron, tu gente de confianza…No te autoflageles - Había actuado y… Había estado allí, en todo momento hasta que había llegado Ian y le había…gritado. Tensó los labios, haciendo la conexión casi de inmediato. Pero no dijo nada. No era algo que tuviera que solucionar ella. Tenía que perdonarse él mismo.

Sus siguientes palabras no supo cómo ubicarlas porque sabía que estaban dirigidas directamente desde la preocupación por su bienestar. Empezó a inquietarse aún más y soltó los dedos para alzar la mano y rascarse una ceja con algo más de intensidad de la que preveía. Empezó a notar calor y se acomodó un par de mechones de pelo ¿Qué se supone que le iba a decir? ¿Qué no estaba triste? Era una mentira, extrañaba a Aedan e Ian con todo su corazón. ¿Qué no se sentía cautiva? Si de sólo pensar en volver a visitar algo fuera de las paredes del castillo sentía náuseas. No le pasó desapercibido cómo, sinceramente, reconoció su miedo a sus poderes. O eso leyó ella entre líneas. Suspiró, poniéndose particularmente nerviosa porque no sabía cómo manejar su sinceridad. Simplemente…no sabía qué hacer. No sabía qué decirle, qué responderle y con el tiempo que pasaba sin darle una respuesta se ponía aún más histérica y sentía que el corazón le latía contra las costillas.

Ladeó la cabeza para observar su mano y la ¿petición? de que se quedara. Una meta a la vez. Pero una de sus metas era evitar que sus hijos crecieran en un hogar sin cariño porque… -Soy la hija de un hogar roto, Wthyr- Frunció el ceño, peleando por encontrar las palabras para expresar lo que quería decirle y controlar la falta de aire que estaba teniendo y fijando su vista en su mano extendida -Mi cabeza es un lugar muy oscuro y gran parte de ello es culpa de mis padres- Y en ese paquete incluyó a Stavron, porque esa había sido también su responsabilidad. O al menos intentarlo. Intentar que sus hijos se sintieran cómodos, protegidos y a salvo y no verse salpicados por sus peleas y frialdad. Sabía que Wthyr tenía aún la mano extendida pero en cuanto lo tocara iba a perder el hilo de lo que le estaba diciendo -No pienso replicar sus errores. Así que… No jugué con tu mente- Reconoció finalmente alzando la mirada hacia él -Te mostré una posibilidad de futuro. Tú decides qué tan parte de él quieres ser- Susurró mientras deslizaba su mano en la de él -Porque quizás tu quieres un imperio mágico, pero yo sólo quiero ser feliz y hacer feliz a mi familia- Cerró los ojos en cuanto sintió la calidez de su mano y de su magia, se le erizó la piel, pero se contuvo de no canalizarla. Estrechó y la movió arriba y abajo un par de veces antes de apartarla para controlar el deseo. Aquel vestido no tenía bolsillos, lo comprobó al hacer un movimiento automático para ocultar sus manos así que simplemente volvió a entrelazar los dedos poniendo las manos delante de ella y concentrándose en respirar.

Un escueto 'no' salió de mis labios cuando me preguntó si sabía lo que había pasado por la mañana. Nadie me había dicho nada de eso, Shyvanna no debió considerarlo necesario. Mejor así por si era algo que llevaba a conflicto de nuevo. Que reconociese que estaba viva gracias a mí era lo último que me esperaba, porque perfectamente podría haberme culpado por lo sucedido. Al estar mirando ambos al frente no pudo ver un sutil gesto de sorpresa en mi rostro. Apreté un poco los labios y me limité a asentir despacio, asegurándome a mí mismo que no volvería a pasar algo así. Lo de autoflagelarse era más complicado cuando tenías la costumbre de querer controlarlo todo. En el momento en que algo se escapaba se consideraba como un error propio.

Pude percibir su incomodidad extrema con cada gesto y movimiento que ella hacía conforme yo me iba sincerando, parecía como si de repente se le hubiesen acabado todas las palabras que podía decir. Creí que me daría el silencio por respuesta, incluso que no estrecharía mi mano para sellar la tregua. Así que culpaba a sus padres de muchos de los problemas que tenía...

- Tú has aprendido a lidiar con esa oscuridad, y a mi no me asusta que la tengas. Los pecados de los padres no deben marcar a los hijos de por vida.  - con lo de hogar roto creí entender que ellos no se querían, aunque con una madre como la que tenía era muy difícil. Alguien que no dudaba en matar a su propia prole. Tenía que discrepar con eso de no jugar con mi mente, pero lo dejé estar porque no quería volver a empezar de nuevo con el tema. - Quiero poder crear yo mismo ese futuro, no que me des unas cuantas posibilidades u opciones para elegir.  No necesitas usar las ilusiones conmigo para probarme. Podrás ver lo que pasa en la realidad. - bajé la mirada hacia mi mano cuando por fin se decidió a estrecharla, sintiendo ese cosquilleo tan particular extendiéndose desde ahí hasta el brazo.

Lo cierto es que cuando dijo lo de familia no me sentí incluido, para mí se estaba refiriendo a su hijo y a su ex. Acabé soltando su mano tras ese breve apretón, aprovechando para recolocarme la capa y llevarme la mano al hombro un momento de manera inconsciente. Luego dudé un momento en formular la pregunta que me rondaba por la cabeza con esa frase, esperando que diese tiempo antes de que se abriesen las puertas.  - Para ti no será familia lo que tengamos aquí cuando nazca el hijo, o hija, ¿no es cierto? - hice una inspiración tranquila, resignada. - Entiendes como hogar roto uno en el que no se quieren. Tú sabes que no dejarás de querer al otro, así que esto ya sería un hogar roto antes siquiera de empezar. - simple y aplastante lógica, así era. Igual nos convenía no ponernos ejemplos como los de las ilusiones por si luego nos desilusionábamos. xD

Asintió una sola vez cuando le dijo que no se lo habían dicho  y volvió a mirar al frente. Al menos… Al menos no sería humillada de esa manera, era suficiente con que Eretria lo supiera. Quizás debería hablar con ella sobre la necesidad de que guardara silencio y preguntarle a Anteia cómo podía trabajarlo sin necesidad de medicación. Quizás debía tomar su consejo e ir al especialista, pero le daba mucha vergüenza. No vio el gesto de sorpresa, pero sí el de asentimiento, bien, que lo comprendiera. Era un capítulo cerrado y la mujer estaba muerta. Se encontró no sintiendo remordimiento alguno.

-Pero lo hacen- Le respondió a Wthyr y tomó una larga respiración -Y es malditamente difícil sacártelos de encima- ¿Cómo podía explicarle -a nadie- que aún buscaba la aprobación de su madre? Nadie lo comprendería y ella misma sabía que era una tontería complacer a una mujer muerta hace más de 10 años. Y no mencionar el deseo de cumplir con cada expectativa de su padre. El corazón siguió latiéndole con fuerza y, aunque no lo dijo, agradeció que no se asustara de su inestabilidad porque otro…Muchos otros podrían ser crueles al respecto. Volvió a pensar en Rosse y puso los ojos en blanco.

Le recorrió el rostro con curiosidad, preguntándose por qué sus ojos no brillaban como los de ella. Quizás no la necesitaba tanto como ella a él. Eso le jodió pero se enfocó en lo que le estaba diciendo -Wthyr…Fue una ilusión. Por lo que sé, nuestro hijo puede salir con ojos violetas. O ser una niña- No entendía porque era tan cuadriculado con esas cosas y arqueó las cejas al oír aquello de que podría ver lo que pasaba en la realidad, sin saber muy bien cómo tomarlo -De acuerdo- Murmuró.

Volvió  mira al frente hacia la puerta preguntándose sobre qué quería hacer en realidad y cómo iba a lidiar con su existencia en Ávalon si ellos se iban. Tensó los labios. Eso sería preocupación de mañana. Shyvanna dijo que hoy sería un día de celebración y si, esta especie de tregua, podía ser celebrada porque parecían haber llegado a un acuerdo. Y así estaba, de humor un poco más festivo cuando Wthyr lanzó semejante pregunta -¿Qué?- Se giró hacia él perpleja y lo vio, notó esa respiración que tantas veces había hecho ella misma, esa resignación y lo siguiente en sus palabras la dejó sin habla… ¿Acaso esperaba otra cosa? Frunció el ceño y mientras lo observaba Catherine empezó a recoger… tantas señales, tantas palabras, tantos tonos, tantos gestos que le habían pasado desapercibidos que le costó mucho salir de su estupor y el torrente de recuerdos. Él tenía una esperanza...Y ella se la estaba machacando. Sin embargo, Catherine nunca le había prometido amarlo.

Importándole tres pepinos si las trompetas sonaban en ese momento y abrían las putas puertas, Catherine se movió hasta quedar frente a él y le tomó ambas manos ocupándose de ignorar deliberadamente el llamado de su magia -¿Crees que porque tengo a Aedan voy a querer menos al resto de mis hijos? No es así- Negó suavemente con la cabeza -¿Amarás menos a nuestros siguientes hijos?- Le devolvió el cuestionamiento y luego fue a por el tema más espinoso -No puedo prometerte mi corazón. No creo que nunca deje de amar a Ian. Es una realidad y yo…Yo estaría mucho más tranquila si ambos entendieran que soy yo la que está en medio, lidiando con vuestro odio mutuo y llevando a vuestros hijos. Creándolos. No os pido que seáis amigos sólo os pido que no os matéis y que no peleéis delante de mí. Tengo suficiente con mi propia ansiedad para que vosotros me generéis más- Ya se lo había pedido a Ian pero con Wthyr no había tenido el momento propicio -Quizás no es lo que nos imaginamos para nuestra vida, pero es una realidad que tenemos, y haríamos bien en tratar de enfrentarla-

Tomó una larga respiración – Pero Wthyr…  un hogar no se basa sólo en eso, se basa en el respeto, el cariño, la seguridad y confianza en el otro. No estoy cerrada a tener eso contigo. No puedo construir una familia contigo sin eso…- No sabía si se estaba explicando bien pero continuó - Un hogar se basa en no permitir que nuestras discrepancias salpiquen en nuestros hijos, en tener favoritismos que creen rencillas entre ellos, en cenar en un silencio sofocante que lo único que hace es querer salir corriendo, en montar una charada de cara al público y al llegar a nuestra casa ir cada uno por su lado porque no podemos soportar mirarnos, ni tocarnos, en vivir una mentira para los demás- Apretó sus manos y las subió un poco hasta llevarlas a su corazón -Podemos hacer grandes cosas juntos, sólo hay que intentarlo. No paras de decírmelo y quizás no se trate sólo de magia... ¿Vas a intentarlo?¿Conmigo?-