Planta de cuidados intensivos

El miembro 'Johan Black' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado opciones' : 9

Me fui con la niña en brazos y un par de enfermeras -solo espero que no le peguen en la cara a mi pequeño Smokva- comenté a las chicas sobre Thoren mientras se reían y me seguían de cerca hasta la sala de cuidados intensivos, al llegar solo pude gritar, dejé a la niña en brazos de una de mis acompañantes y me fui a acostar a Johan otra vez en la cama -Si es que lo sabía! los renegados sois todos iguales, cabezones y todos brutos llenos de testosterona!- hice una pequeña pausa mientras le ponía la mantita hasta el cuello -Ahora que lo pienso, eso es lo que me gusta... llevadme a vuestra cueva de las maravillas! os daré un servicio especial!- esperaba que no me tomara a coña porque iba totalmente en serio, saqué una linternita de esas pequeñas de doctor y le apunté a los ojos a Johan mientras seguía hablando -Te has dado un buen golpe en la cabeza, la verdad es que no esperaba que te despertaras tan rápido por tu escaner, ¿has tenido más golpes o alguna otra cosa con los chalados de la alianza? tal vez una babosa cerebral o por el estilo?- sus pupilas parecían estar bien por lo que no había daños graves que lamentar, eso me tranquilizaba por el momento.

Tomé a la niña de nuevo en brazos para dar instrucciones a las chicas -Tu te quedas aquí con él, que no se levante de la cama y si hace falta lo atas o le lanzas un petrificus, lo que sea- ahora miraba a Johan para hablarle directamente -Quedas avisado, sé bueno y descansa o vendré yo a sedarte, si necesitas alguna cosa ella te lo traerá, tenemos calmantes y toda la pesca, hasta maría! de calidad y totalmente terapéutica, todo mercado es droga!- me acerqué al gotero que llevaba puesto para ponerle un puntito más de morfina, lo suficiente para que se mareara y no pudiera salir corriendo tan fácilmente -Ea, ahí te quedas, tengo más cosas que hacer así que me voy- no muy lejos pues en el mismo recinto podía hacerle los exámenes que me habían pedido para la niña y lo primero era una muestra de sangre -por favor no vayas a llorar mucho- dije como si pudiera entenderme pero estaba claro que no, desenvolví aquel burrito dejando sus piernecitas al aire y así poder tomar una gota de sangre pinchando su piesecito... ni una sola lágrima, como si no la hubiera tocado, eso era raro.

Metí la gota en el microscopio mientras la segunda enfermera que estaba conmigo se aseguraba de que la bebé no rulara y cayera al suelo -Bueno, esta sangre brilla, tenemos una bruja en la familia~ que bonito- dije sin saber nada sobre la procedencia de la niña, llenando su ficha -leucocitos y todas esas cosas bien... ahora vamos a lo que me preocupa- me acerqué de nuevo con un pincho y acaricié la planta del pie de la niña, sin reacción, la fui pinchando desde la planta de los pies hasta las rodillas y seguí hasta llegas a su trasero dónde por fin pareció sentir algo pero no mucho, no fue hasta la zona baja de su ombligo que empezó a llorar -qué lástima... parece que no siente las piernecitas, habrá que esperar a que crezca un poco más para hacerle un examen más exhaustivo, de momento vamos a darle unas vitaminas y a ponerle ropita de bebé , Lucio la ha traído como si fuera un boniato-

Entró detrás de Aldaron al área de terapia intensiva del hospital. En ese lugar sí que trataron de detenerla, pero logró disuadirles de que estaba en el lugar correcto. Logró disimular lo suficiente su cara llena de contradicciones, avanzando por el pasillo hasta que encontró a Aldaron.- ¡Johan! - Lo susurró en un tono sorprendido, llevándose ambas manos a la cara mientras veía como Aldaron le dejaba la niña a una de las enfermeras. Se jugaba entre la tentación ir verificar la salud de Johan o tomar a la cría en brazos y no soltarla hasta que Lucio volviera. Eso llamaría su atención si acaso sus reclamos no habían surtido ningún tipo de efecto. Después de unos segundos y un sonido de frustración, se descubrió la cara y se acercó a paso lento hasta la camilla donde el Black se encontraba.

Johan... - Susurró de nuevo, pensando en enviarle un mensaje a Reiv. Él podría acompañarle un rato y quizás querría saber. También pensó en Sirius y en cómo quizás. Tomó suavemente su mano con la suya, comprobando tras unos instantes que el cuerpo en general tenía daños que podrían ponerlo en cama un buen tiempo. Envió un poco de su energía por las fibras vitales de Johan, tratando de aliviar un poco el dolor que debía sentir. De esa manera, pudo también comprobar las partes problemáticas. Aldaron se fue después de un momento. Había dicho que iba a congraciarse con él y sin embargo no había logrado decirle ni una sola palabra. Era como si las cosas no le estuvieran saliendo bien ese día. Al menos parecía cuidar bien de sus pacientes, aunque era algo que ya había visto mucho tiempo en el pasado.- ¿Qué sucedió? - Estuvo por preguntar si estaba bien, pero viendo el resultado no podía esperar una respuesta afirmativa.- ¿Qué se hace en estos casos? ¿Le llaman a Sirius? ¿Le aviso a Reiv? - Su familia era más bien disfuncional, aunque funcionaba de maneras extrañas. El protocolo no lo conocía. Se acercó un poco más, quitándole el cabello de la cara con el dorso de la mano. Sentía que no lo había visto en años, sobre todo desde aquella vez que ayudó a Reiv a salir de la prisión de la Alianza.

De pronto, algo en el aire cambió. El cuerpo la devolvió a aquella sensación nauseabunda que detestaba. Olió, de alguna manera, la sangre de la pequeña mezclada con la de Blair. Era apenas algo lejano y superfluo. Un tono más dulce, empalagoso que la estaba sacando de quicio por su sola presencia. Se recargó en la camilla mirando hacia el piso, arqueando la espalda y sintiendo como si fuera a vomitar de un segundo a otro, faltándole el aire. Se tomó unos segundos, tapándose la nariz para recomponerse un poco, más las emociones que lo físico. Prefería asfixiarse que volver a respirar, pero tras darse un pellizco de las uñas en las palmas de las manos pudo contenerse lo suficiente como para levantar la mirada y acompañar a Johan en su dolor.- Si quieres te paso algo de energía... te puedo curar un poco. - Murmuró por último, con la voz en un hilo, tratando de ignorar los olores del lugar. Podía esperar. Podía aguantar. Aquello no era más importante que la vida de un ser a quien quería. Se había prometido a sí misma no más venganzas desde aquella vez, donde su ciega ira acabó con una persona inocente antes que con el verdadero culpable. Aquel pensamiento la ayudó a tranquilizarse, poniendo en ella el dolor de la culpa, que le impidió de momento el hacer cualquier locura. Lo había prometido. Aquel fantasma aún la perseguía.

La respuesta no se hizo esperar. Noté un fuerte pinchazo en la cabeza el escuchar el grito de Sayid en mi mente, aunque al menos así supe que él estaba bien. Faltaba saber de Thalos, pero en ese momento perdí toda la concentración al ver entrar al elfo.  - No iba a ningún lado, en serio. - respondí por lo bajo a los regaños del médico mientras volvía a tumbarme, aunque era cierto que no podía ir mucho más lejos de sentarme en la cama. Estaba mareado y tenía el estómago revuelto, ya fuese por el golpe en la cabeza o por toda el agua de mar que había tragado al caer. - ¿Qué cueva? ¿qué dices? ¿Dónde están Thalos y Sayid? - pregunté sin entender ni una palabra de eso de la cueva de las maravillas, negando rápidamente a eso de la babosa cerebral.

- No, pero sí que me he llevado hostias variadas a lo largo del tiempo y...- recordé cuando la Alianza nos encerró a Thalos, a Leila y a mí, aquel juego que hicieron con nuestra mente haciéndonos morir una y otra vez. Esperé a que dejase de mirarme los ojos con la linterna, prefiriendo no contar aquello porque no me gustaba rememorarlo y era demasiado largo para este momento.  - Nada, déjame la maría mejor. - acabé por decir, mirando de reojo cómo le daba a la ruleta del gotero para que saliese más droga de la que fuese.  - Que noo, no me moveré. - murmuré mientras se alejaba con esa recién nacida en brazos, pareciéndome hasta graciosa tal vez por efecto de lo que me estaba entrando en vena. No vi a mi hija cuando nació, así que no sé si me habría parecido un bebé feo y arrugado o la habría visto mona. Ladeé la cabeza al escuchar una voz conocida, la de Juliet llamándome. Ella parecía estar bien, así que supuse que estaría allí por otros motivos.  

- Juliet... ¿Estás aquí por Reiv? - quise saber si mi hermano había acabado en el hospital, cosa que no sería rara viniendo de él. Dejé que tomase mi mano cuando se acercó a mí, comprendiendo enseguida que estaba usando sus poderes conmigo.  - Josephine también solía hacerlo...- murmuré con la cabeza un tanto ida, notándome algo menos despierto por lo del gotero, hablando un poco sin filtro y sin ocultar ese tono de nostalgia.  - Nos emboscaron los ejecutores, caí por el acantilado. - hice un gesto negativo con la cabeza, no quería que llamase a nadie. Sirius en un hospital no podía estar, y Reiv asumí que estaba bien si estaba fuera de aquí. - No hace falta. Quédate un poco si quieres, hace mucho que no hablamos.- desde la fiesta más concretamente, y fue bastante breve. De repente pareció que Juliet se encontraba mal, y no sabía si tenía que ver con lo de haberme pasado energía. - ¿Qué ha sido eso? - pregunté intrigado, haciendo un gesto con la cabeza para que se sentase. Aún así volvió a insistirme en pasarme energía. Volví a negar con un gesto.  - Reiv tiene suerte de tenerte. Espero que sepa valorarlo, porque antes era un verdadero capullo...- el adormecimiento iba en aumento, de modo que pronto no lograría decir cosas con demasiada coherencia.

Sonrió un poco, aunque de manera algo torpe cuando escuchó lo de la maría y el arsenal de drogas del elfo. Hacía tiempo que no probaba nada de eso y no le resultaba mala idea algo así entre colegas.- Con la falta que me hace... - Murmuró tratando de aligerar su humor, de despejar todo el humo.

¿Qué? ¿Reiv? - Tuvo que pensar un segundo con la cabeza tan llena de tonterías antes de negar de manera rápida, asegurándole que se encontraba bien. Poco después, su comentario sobre su esposa le dio mucho por pensar. Sonaba justo como aquella noche. Agridulce. Un recuerdo doloroso que alguien como él no debería tener. Apretó su mano con más fuerza, aún con suavidad, tratando de infundirle coraje como aquella noche.- Estoy segura de que debe haber alguien que quiera sostener tu mano justo ahora. Johan, permítetelo. Quizás la siguiente no sea el "felices por siempre", pero será un buen inicio. Mereces ser feliz. Se lo debes a tu hija. ¿Narya se llama? Ella no necesita a sus padres juntos, solo felices. Hazlo también por ella.- Susurró, confiada en que así sería, pues aún recordaba la amargura con la que habló de ella, y parecía que poco había cambiado a pesar de haberlos visto juntos antes. Acarició el dorso de su mano con el pulgar, tratando de apagar un poco su desdicha. Era un hombre sensible, de buen corazón, un poco loco... Se sentía sorprendentemente cómoda junto a él, como seguro mucha gente, aunque quizás por respeto a Reiv no debería. Un poco inestable si contaba caer por el acantilado como una simple emboscada y no como el intento de homicidio que siempre era el encontrarse con un ejecutor. No pudo evitar esconder el tono de preocupación de su voz mientras le veía cada vez más intranquila.- ¿Por un acantilado? Pero... Me... Me sorprende que... estés entero.- Dadas las circunstancias, no podía decirle que no a un convaleciente en el umbral de su cordura, con lo que después de controlar su ataque de pánico, se sentó a su lado, de frente a él, mirándole con un poco de pena por lo que sentía en esos momentos.- Podemos hablar cuando quieras, tu pones los relajantes de tu elección.- Alcohol, maría, que más daba. Se sentó a la orilla de la camilla, aún tomando su mano, sintiéndose un poco aliviada al poder oler algo diferente más cerca. Se agachó de a poco, hasta que logró pegar la cara al hombro del moreno, aspirando fuertemente su aroma que alcanzó a cubrir completamente los del ambiente y hacerla sentir un poco mejor. Al menos era un olor familiar, que conocía y le agradaba. Ya alguna vez habían estado tan cerca, incluso más, no podía decir que le era indiferente.- A veces los recuerdos, el pasado, me marean.

La mención de Reiv le hizo abrir los ojos y levantar el rostro hacia él, negando suavemente.- Él ha crecido mucho. Tanto que siento que ya le quedo pequeña. Él ya no mira tanto el pasado: lo estoy limitando. Espero que no se de cuenta.- Susurró suspirando profunda y lentamente, irguiéndose un poco, tomando esta vez la mano del contrario con ambas. Se daba cuenta de que el perseguir a aquella niña era precisamente por todo lo que no había podido soltar aún. Tenía la sensación de que él no estaría de acuerdo.

No era doctora, pero cuando volvió a pasar energía a Johan comenzó a sentir que la concentración de la morfina estaba aumentando de manera súbita. Cerró un par de milímetros el paso del suero, haciendo la gota más lenta para que el efecto fuera más tranquilo y un poco más duradero.- Sabes, siento que a Reiv le gustaría estar más contigo, con su familia solo que es un poco difícil. Dale una oportunidad...

Sabía que Juliet quería animarme con todo eso de que seguro que había alguien que querría sujetar mi mano y que merecía ser feliz, pero en realidad el efecto fue más bien al contrario, me dio por pensar con mi abotargada mente, por sentir pena por lo que alguna vez fue lo mío con Josephine. La pelirroja me estaba animando a seguir otro camino y olvidar definitivamente el otro. - Se llama Nyara, cumplió tres años hace poco. Ella acabará dándose cuenta pronto de lo que pasa, aunque sus padres vivan juntos. - murmuré con un tono de autoreproche, pasándome una mano después por la cara de arriba a abajo. Me empezaba a costar mantener los ojos abiertos.

- Tú...tienes razón. Cuando algo se rompe nunca vuelve a ser como era, no se puede volver atrás, nadie puede. Yo no soy el mismo que era, tú tampoco eres la misma que eras cuando llegaste. Todo cambia, nada permanece...- comencé a ponerme modo drogado filosófico dramático, aunque a los pocos segundos me dio la risa floja al escuchar eso de que estaba entero. - Qué va. estoy hecho de trozos rotos repegados, y la cabeza es más idiota de lo que era antes. Ese elfo me ha remendado, aunque también amenazado, pero me cae bien. Estaría putomuriendo sin él y sus drogas. - era cierto, aunque ya empezase a hablar de un modo un tanto absurdo. Quería hablar con Juliet, pero la parte de sentido común que me quedaba despierta me decía que podía ponerme a decir barbaridades. Crucé mi mirada con la suya un momento, adivinando lo que parecía pensar.

- No...eso no. No me tengas lástima. - eso se lo dejábamos a la gente que estuviese jodida de verdad, y ni siquiera, a nadie le gustaba inspirar eso. Me sentí como si fuera un mentor babuino cuando dijo eso sobre el pasado, a lo que me salió automáticamente una frase plagiada pero con la que me sentí el mejor consejero del mundo. - Oh, sí, el pasado puede doler. Pero tal como yo lo veo, puedes huir o aprender de él. - me faltó darle un golpe con algo, pero no podía. - Enfréntate al pasado, o te quedarás ahí encerrada. - dije poniendo el índice sobre su frente, refiriéndome a su mente. No entendía por qué se sentía así con respecto a Reiv, ni si él se daba cuenta de eso. Negué con la cabeza, como queriendo decir que no estaba de acuerdo. - Ni de coña. Así os pasará lo mismo que a mí, no dejes que pase. - no me di cuenta de que giró el gotero, porque para ese momento ya se me estaban cerrando los ojos otra vez. Otra vez tenía razón. Podría hacer más por aprovechar el tiempo perdido como hermanos, él siempre tuvo esa espina clavada. - Dile que venga... - murmuré antes de terminar de caer a los efectos de la sedación.

Una vez hechas las pruebas a la pequeña, limpia, con el pañal cambiado y con su ropita de bebé, me la llevo de nuevo a la sala en la que había dejado a Lucio y los otros pero algo me decía que me iba a tocar pringar así que le envié un mensaje con un hechizo, al menos parecía estar en la isla, hice un avioncito de papel con una nota sobre lo que había descubierto y lo lancé , este voló fuera del hospital -A ver si Johan ya ha caído- dije yendo hasta donde lo había dejado encontrando allí a la pelirroja, miré a la enfermera que no sabía que decirme, solo que la chica había movido el gotero -No me toques los goteros! le he puesto esa dosis para que no haga el cabra y se esté quietecito al menos hasta mañana, el hechizo de sus costillas necesita tiempo para soldar, las tiene hechas un asco por no hablar de su cabeza, se ha salvado de milagrito- me acerqué a ver sus constantes vitales y todo parecía en orden para después ver a la chica -¿como has entrado aquí? no puedes sin autorización o supervisión, venga, tira fuera que éste ya no se va a despertar hasta mañana-

Unas vez fuera dejé a la pequeña en una cuna durmiendo tranquilamente pero había mucho silencio, miré alrededor y no había nadie -Si es que lo sabía! no se están quietos! aquí todo el mundo me toma por el pito del sereno, voy a pedir cuerdas para atar a esta gente!- de ahí me fui a terminar de rellenar las fichas de los pacientes, los fugados incluidos.

Sta mattina mi sun levata, mi sun levata prima del sul
Esta mañana, me he levantado, me he levantado antes del sol

E a la finestra me son trata e g'ò visto el mio primo amor
Y a la ventana he ido y he visto mi primer amor.

Sta matina so andata in piazza e g'ò visto el mio primo amor
Esta mañana he ido a la plaza y he visto mi primer amor

Nyara...- Paladeó el nombre de la niña con un suave susurro, asintiendo a lo de que los niños se daban cuenta. Sí, pero más cuenta se daban cuando los silencios eran interminables. No tardó después en escuchar sus conjeturas sobre cómo las cosas rotas no tienen solución. Tenía razón, pero razón de una manera que daba tristeza de solo escucharla. Hablar de sí mismo de esa manera era triste. Ahora que ya estaba más sedado, la lengua se soltaba más rápido incluso que la vez que estuvieron ebrios en aquel salón.- Las drogas son buenas, pero mejores cuando las compartes.- Rió suavemente, tratando de alejar la conversación de tan triste situación, negando después a lo de que estaba sintiendo pena. No era por él, sino por ella misma.- A ti no, nunca.- Murmuró, dejándole después que se fuera yendo suavemente en la inconsciencia.

Che parlava a una ragazza, o che pena, o che dolor!
Que hablaba con una chica ¡Ay, qué pena, ay, qué dolor!

Ya solo esperaba que se quedara dormido para dejarle solo un rato y avisar a sus amigos del cómo se encontraba. Sin embargo, en el umbral de la inconciencia, la sabiduría tomó parte en una sola frase. Era tan cierta, tan cruda, tan viva que podía sentir el pecho ardiendo de solo pensar en que lo que tenía que hacer era todo lo contrario. Rematando con aquella frase que terminó por dolerle más de lo que ya sentía.- No dejaré que pase...- Dijo, más para ella misma que para él. Quizás ya no recordaría nada en ese punto de la conversación, oero para ella fue algo importante. Además, logró que Reiv lo aceptara.

Siora mare, sarè la porta, che non entra qua più nissun
Señora madre, cierre la puerta que aquí ya no entra nadie

No tardó mucho Aldaron en volver. No tenía mucho en qué escudarse, pero a como había sentido el medicamente acumularse en su sangre, no tenía mucho que discutir.- Solo necesitaba unos minutos con él.- Susurró soltando un suspiro. No la dejaría estar. Él también olía a la niña, pero el aroma de Blair se había esfumado un poco. Tampoco dijo mucho cuando el elfo la corrió. Se sentía un poco extraña porque ya había estado antes con él en un hospital y nunca la había corrido. No le dio mucha importancia. Siguió al elfo a la salida, que después se metió a dejar a la niña a quien sabe donde. Se quedó cerca. Tan cerca como para ver claramente cuando este salió a regañar a más gente. Ella no sería la única por lo que veía. Cuando este terminó, salió del lugar como si nada. Esperó unos minutos antes de deshacer la orden de que se fuera, volviendo a entrar justo por donde salió.

Voi far finta d'esser morta, voi far pianzer qualchedun
Quiero fingir estar muerta, quiero hacer llorar a alguien

Caminó de manera sigilosa por los pasillos del área de terapia intensiva, ocultándose de quien pudiera verla. Siguió el olor como si el camino estuviera pintado en el suelo desde su posición hasta donde ella estaba. Tuvo que esquivar enfermeras y doctoras, nada fácil de hacer cuando tenía en cuenta que no eran humanos comunes, sino seres mágicos con habilidades. Cuando por fin llegó a una habitación donde alcanzó a ver a una enfermera colocando en la pequeña mano de una niña una pulserita sin nombre. Después de unos momentos, la enfermera se retiró, y fue el momento perfecto cuando aprovechó para colarse en la habitación. Al entrar en el lugar sintió la cargada esencia de la niña en el ambiente. El aroma se mezclaba con la de otro par de niños en una habitación extraña, donde la mitad inferior de las paredes eran normales, y la mitad superior tenía un cristal que permitía ver el interior.

Faremo fare una cassa tonda, per star dentro noi altri tre
Pediremos hacer una caja honda para estar nosotros tres dentro

Se sentía extraña ahí. Nunca había estado en un hospital. De pequeña siempre fue una niña sana, no muy tranquila pero sí cuidadosa. Nunca había visto una habitación como esa, aunque entendía que la función era vigilar a los pequeños sin tener que estar dentro... A lo largo de la habitación había hileras de pequeñas cunas altas, listas para albergar en ellas a sus pequeños huéspedes, donde la gran mayoría estaban vacías. Quizás fue la concentración que tenía en cierto aroma, pero a medida que avanzaba se dio cuenta de que había otro par de criaturas que tranquilas dormían. A su izquierda, casi al inicio de la habitación, había un pequeño niño con el cabello oscuro, y más lejos una niña rubia. Luego estaba, tan tranquila, el motivo de su visita. El corazón le empezó a latir con fuerza mientras recordaba con mucha tristeza las palabras de Johan. Quería, de verdad quería dejar todo aquello atrás pero las circunstancias la superaban.

Prima páder, poi la madre, poi 'l mio amor in braccio a me
Primero el padre, después la madre, después mi amor en mis brazos

Sin quererlo, sus ojos se humedecieron mientras caminaba con todo el sigilo del que era capaz. Ya no sabía de qué se estaba cuidando, si de lo que había dentro de aquella habitación o de lo que había afuera. El quejidito del pequeño niño le asustó lo suficiente como para golpear una de las cunas sacándola de su posición, teniendo que regresarla cuando se aseguró de que solo había sido un balbuceo en sueños. Terminó alejándose de él, que se veía más problemático que las otras dos.

Ed ai piedi della fossa pianteremo un bel fior
Y al pie de la fosa plantaremos una bella flor

El cuerpo se movía entre reclamos mezclados. Una parte le decía que debía ir más lento, otra que debía ser más rápida y otra que debía salir de ahí de una buena vez. No quería estar en ese lugar, pero no encontraba otra manera de cerrar ese ciclo, tal y como Johan había dicho. Llegó a la cuna con toda la lentitud de la que fue capáz, tratando de no asustarla. Se quedó de pie junto a ella. En algún momento debió haberse cubierto la boca con las manos, tratando de no hacer ruido, pero ya no recordaba cuando.

Alla sera il pianteremo, al mattin sarà fiorì
Por la tarde, la plantaremos, por la mañana habrá florecido

Ahí, en esa posición, debieron pasar largos minutos mientras reconocía en la niña los rasgos de Blair, incluso los de Éamon, o eso creía. un escalofrío le recorrió la espalda cuando se vio a sí misma en la camilla de aquel hospital, viendo como de uno a uno los monstruosos progenitores de la niña llegaban a hacerle peores males.

E la gente passeranno, lor diranno Oh che bel fior!
Y la gente pasará, dirá: ¡Oh, qué bella flor!

Vio una silla cerca de la cuna, a lo que tomó asiento, soltando un gran suspiro. Su mirada estaba clavada en la pequeña, que con los ojos abiertos miraba el techo moviendo las manitas. A pesar de todo, no parecía muy inquieta, no parecía que fuera a ser muy traviesa a juzgar por lo callada y tranquila que estaba. No pudo evitar un par de sollozos, pues sentía el corazón hacérsele pequeño.

Quello è il fior della Rosina, che l'è morta per l'amor!
¡Esto es la flor de Rosina que ha muerto de amor!

Su idea nunca había sido ir tras la niña, y estando en aquel lugar se sentía acorralada con el pasado. Huir o aprender de él. Enfrentarse al pasado. Eso o dejar que pasara con ellos lo que con Johan y Josephine. No podía. Sin pensarlo mucho, una canción vino a su mente. No sabía si eso era lo que se le cantaban a las niñas, pero eso era lo que le habían cantado a ella en su momento. La tonada era alegre, incluso un poco juguetona, mas la letra era de lo más triste.

Siora mare, lasse che lo ama, che l'è sta el mio primo amor
Señora madre, deje que lo ame, que es mi primer amor

Sin más que hacer, se quedó ahí, tarareando con voz dulce la canción una y otra vez. Una y otra vez, hasta que el nudo de la garganta se deshizo, hasta que el dolor en el pecho se deshizo, hasta que ella misma, ella sola, ella triste, se deshizo.

Se no ghe ogio, mor ogni fiama, za non m'avete fato do cor.
Si no hay aceite, muera la llama, que no me quede un corazón.

Cuando estabamos investigando los planos del satélite de la Alianza y como contrarrestarlo, dado que si funcionaba iba a tener fatales consecuencias sobre los seres mágicos, no recuerdo gran cosa, solo el empezar a sentirme muy cansada y marearme y la oscuridad... Al no poder acceder al poder mágico, el espiritu que me mantenía con vida de prestado se debilitó y por tanto, yo también acabando en coma.

Recuerdo lo que vi soñando, soñando mientras mi cuerpo era incapaz de reaccionar... Vi muchas estrellas, planetas, soles, un bonito espectáculo de luces y colores, galaxias... todo era tan bello y hermoso... una sensación de paz y calma recorrieron todo mi ser y pensé que si había llegado mi hora, quizás podía hacerlo en paz aunque no haya alcanzado mi sueño. Durante mi sueño escuché una voz débil que me enseñó muchas cosas, era él, el espiritu, aprendí que una parte de mi poder venía dado por la constelación de Aevitas, la representación de la vida y apoyada por el Árbol. Recuerdo las clases de mitología, como un árbol sagrado en muchas religiones y mitologías representaba la vida, lo que sustenta y permite la vida y como el apocalípsis vendría una vez el árbol muriera.

Pasé mucho tiempo comatosa, incluso cuando el problema antimagia fue solucionado, pues el espiritu debía recuperar fuerzas para poder seguir ayudándome, por eso aun después de ello, pasé un tiempo sin poder despertar. Abro los ojos lentamente, al principio mi visión en borrosa, busco mis gafas, me las coloco, observo el lugar, lo recuerdo... más que recordarlo, me suena o me es familiar... Sí, yo aquí estuve ayudando cuando fuera aquella infame epidemia que atacaba la magia, otro de los fallidos intentos de la Alianza por detener la magia.

Me reincorporé lentamente en la cama y como buena científica empecé a examinarme, mirar mi pulso y demás cosas que se suelen hacer a los pacientes cuando despiertan de un coma. Me frené en seco y me sonrojé, después de todo había olvidado una regla importante en medicina, el auto diagnóstico y la auto medicación, me sentía avergonzada, aunque tampoco hacía mal a nadie si le evitaba las molestias haciéndome el diagnóstico yo misma. A mi buen entender y en principio a mínima observación todo parecía correcto, aunque realmente debería esperar a que alguien hiciera un análisis más concluyente que el mío propio.

Había recibido el mensaje de Juliet hacía escasos minutos, informándome de que Johan estaba en el hospital. No daba demasiados datos, y eso precisamente fue lo que me hizo alarmarme más. No me extrañaba que estuviese ahí, pues había acabado herido otras tantas veces, pero el no tener ni idea de qué era me preocupó más. Dejé rápidamente lo que estaba haciendo en el castillo Black, un repaso a la zona del almacén de la casa por si había todavía algo útil entre las pociones o los libros. Eso tendría que esperar. Me desaparecí en dirección al hospital, plantándome allí en recepción para que me dijesen dónde tenían a mi hermano. Supe que debía ser algo serio cuando me dijo que lo habían llevado a cuidados intensivos, así que no tardé en dirigirme hacia allá, aunque el de recepción me dijese que no podía pasar.

- Pues avisa al médico y dile que me explique lo que ha pasado. - respondí sin girarme mientras avanzaba por el pasillo, sin necesidad de buscar mucho porque ya sabía por dónde tenía que ir sin mirar los carteles. No era la primera vez que tenía que estar aquí. Algo me hizo detenerme a mitad de camino, precisamente en la zona en la que tenían a los bebés. Reconocí la voz de Juliet cantando, pero no entendí mucho, sólo que era italiano. Me pareció de lo más raro, así que me asomé por la puerta levemente entornada de la habitación. Allí estaba ella, cantando junto a la cuna de un bebé recién nacido. La escena me dejó una sensación extraña, como de tristeza. Incluso me sentí mal por estar observando sin que ella lo supiese. Inspiré profundamente antes de acercarme, esperando a que terminase para no interrumpir. Después caminé hacia ella, apoyando por detrás mi mano sobre su hombro. - Juliet...¿de quién es el bebé? - Pude imaginar por qué estaba aquí, y que ni siquiera conocía al bebé. No conocíamos a nadie que fuese a tener un bebé próximamente. Supuse que estaría con Johan, no en la sala de neonatos. - ¿Hay algo más que debas contarme? ¿Tú estás bien?

A medida que el tiempo pasaba se hacía más soportable estar en aquella habitación. Como una terapia de choque, donde te enfrentas a lo que más te molesta. Lo sentía como si su fobia fuera por las arañas y las tuviera por todo el cuerpo... si te permitías sentir todo, la ansiedad comenzaba a bajar. Cuando terminaba la canción, esperaba un tiempo para volver a empezar. Sin embargo, no fue hasta que terminó aquella ronda cuando sintió una presencia conocida acercársele por la espalda. No esperaba el contacto, pero colocó su propia mano en la que habían puesto en su hombro, buscando la mejor respuesta para la reciente pregunta, aunque no había mucho que contar. Nada le habían dicho. Habían sido muy cuidadosos de dejar las noticias inconclusas.- Creo que es de Blair.- Susurró sin quitar la vista de la niña, pues los rasgos coincidían con el aroma que había sentido antes.- Dicen que está muerta. Estoy esperando a Lucio, no sabía donde más lo encontraría. No vengo y le canto a bebés desconocidos.- Dijo, finalizando con aquella frase solo para que no pensara que estaba loca. El silencio habría sido aún más insoportable y el tono de voz del moreno algo le decía de su opinión sobre la escena.

Ante la segunda pregunta frunció el ceño. ¿Había algo más que contarle? Giró la cabeza para verle desde su posición, tratando de inferir por el rostro del contrario lo que quería con aquella pregunta. No había mucho que contar, excepto cosas que le había dicho el hermano. Además, en la cabeza le daban vueltas los consejos de Johan de no dejar que pasara lo que les ocurrió a ellos. Había que pasar página.- A Johan lo acorralaron los ejecutores. Cayó de un acantilado pero parece estar entero aunque muy sedado. Quería que estuvieras aquí.- Y en cuanto a la última pregunta, la dejó en el aire unos instantes. Habría preferido que no la encontrara en aquel lugar, pero a medida que aceptaba la muerte de cierta mujer sus impulsos iban bajando.- Yo estoy bien. Hay muchos heridos, pero no he podido ayudar como pensé. ¿Tu encontraste algo útil en el castillo? - Murmuró apretando la mano del contrario con suavidad. Aún sentada en aquella silla, se giró para hacerle frente, observando su semblante.- ¿Cómo me encontraste? Creí que responderías el mensaje.

Ella no pareció sobresaltarse cuando posé la mano en su hombro, lo cual tomé como buena señal porque no daba la impresión de que se hubiese sentido espiada por mí. La sensación de relativa calma me duró poco, en cuanto salió de sus labios el nombre de Blair. Eso fue suficiente para que me subiese un calor repentino a la cara, por la rabia que sentía hacia todo lo que nos hizo aquella psicópata que disfrutaba jodiendo a los demás. - ¿Cómo...cómo sabes que es suyo? - Hasta ahora ni había mirado al bebé, pero en ese preciso instante no podía apartar la vista de él. Era hijo de esa desgraciada, ella sí había podido tenerlo. - ¿Y por qué lo han traído aquí? ¿dónde está Blair? - disparé con odio contenido incluso antes de que ella me dijese que Blair estaba muerta. Aparté la mano de su hombro, bajando el puño para cerrarlo con fuerza. Esa mujer tenía muchos enemigos, no sería de extrañar que alguien la hubiese encontrado y hubiese ajustado cuentas.

- Bien. No verá crecer a su hijo. - sentencié con dureza, aunque con la espina clavada de no haberle hecho pagar antes. Me pareció notar que Juliet se excusaba con lo de cantar a bebés desconocidos, así que negué con la cabeza como queriendo decir que entendía lo que quería decir. - Ya. Ahora lo entiendo. Es jodido tener delante de ti a la criatura de la mujer que te puteó y tuvo mucha culpa de que no tuvieses al tuyo. - volví a subir la mano a su hombro, apretando para mostrar mi apoyo. El odio era para la madre, la criatura nada de culpa tenía, y supuse que Juliet pensaba igual. - Y...¿por qué le cantabas? - Tampoco quería hurgar demasiado, así que suspiré con resignación y algo más calmado que al escuchar la procedencia del bebé.

Desvié la mirada hacia sus ojos cuando por fin se giró, buscando en ellos cualquier señal que me dijese lo que le estaba pasando por la mente. Enseguida me explicó lo que le había pasado a Johan para acabar aquí, y que aparentemente estaba fuera de peligro. - Joder...por un puñetero acantilado. Tiene que estar reventado. Llévame a donde lo hayan dejado, antes de que vengan los médicos a decir que no podemos estar. No me costó mucho encontrarte...me dijeron que Johan estaba en cuidados intensivos y vine para acá. Te escuché cantar desde el pasillo y... - me encogí de hombros un momento, como queriendo decir que ya sabía el resto. - Meh, no encontré nada demasiado especial. Antiguos ingredientes y pociones, y algún que otro libro que puede servirme para practicar la magia de sangre y sombras. Los Black tenían una buena biblioteca. - miré de reojo otra vez a la niña, terminando de asimilar todavía que fuese de Blair. - No tenía ni idea de que sabías italiano. - comenté poniéndome a su lado, tendiéndole la mano para que se levantase.

Escuchó muy pronto en la voz de Reiv la rabia. La confusión se apoderó de ella, pues de los dos siempre creyó que él querría pasar la página más pronto y el que guardaba menos rencor con todo aquello. Creyó que él estaría más tranquilo conociendo aquel detalle, pero parecía que no. Se encogió un poco de hombros cuando le preguntó como sabía que era suyo. No podía decirle que era la intuición, pero es que justamente por eso estaba allí con ella, esperando a Lucio para que le diera más respuestas.-
Olía mucho a Blair cuando recién la trajeron.- Tuvo que negar suavemente con la cabeza a sus siguientes preguntas, pues idea no tenía.- Cuando pregunté por ella Lucio se desapareció con Giordano y Sean. No me respondió, ni siquiera por compromiso. Yo también necesito verla muerta.- Solo expresó con palabras lo que ambos parecían querer decir, aunque con Reiv era difícil saberlo. Sin duda se sentía sorprendida de saber que aquello a él también le dolía.

Es niña... Espero que muriera sin saberlo.- Asintió secundando las palabras del moreno. Si era cierto, al menos había muerto como ellos tenían que vivir. Sin saber nada. Sin poder ponerle un nombre a su dolor. Sin embargo, el contrario rápidamente puso todo en palabras duras. Tan directo como siempre, solo pudo asentir, empuñando también las manos. No había mucho que decirle, pues lo había puesto todo de manera muy clara.- Al final si se paga todo, ¿verdad? - No era muy creyente, pero el karma había actuado como mejor le parecía en ese caso. Reiv tenía muchas preguntas aquel día, y el porqué era algo que ya se había preguntado mientras lo hacía.- Porque... - Se encogió de hombros con desdén, evitando un poco la mirada, limitándose a sentir de nuevo la mano de Reiv en el hombro.- Porque es más fácil. Porque no soportaba el silencio. Porque es lo que se hace con los bebés. Porque no pude hacerlo. Porque no se va a quejar si desafino y no sabe si me equivoco.- Terminó con una broma, pero que escogiera él la respuesta que más le convenciera. Todas eran verdad. Todas tenían un punto de dolor en su realidad. Todas cabían en su pecho y conformaban la realidad.

La plática se desvió a Johan un poco, quitando algo de la tensión del ambiente. Pronto pidió el moreno que le llevara con su hermano, a lo que la chica protestó sin oponer resistencia.- ¿Pero y si llega Lucio? - Susurró con un suspiro. De verdad quería encontrarse con Blair. Esperaba verle las uñas azules y el rostro más pálido de lo que recordaba, pero había algo que no la dejaba tranquila. Terminó por ceder, tomando la mano del contrario y levantándose con cuidado de aquella silla. "No dejes que pase" seguía en voz de Johan en su mente. Seguía ahí y aquella habitación solo le estaba haciendo un daño irreparable a ambos al mismo tiempo que cerraba un ciclo de dolor. Sin quererlo, estaba más tranquila de lo que pensó que estaría. Y Reiv tenía razón, pensar en que no la vería crecer era solo una parte de su karma. Le pasó un brazo por detrás de la cintura al moreno y comenzó a caminar muy despacio a la salida, trasladándole a él la mitad de su peso. Casi como si las fuerzas se le hubieran desvanecido.- Quizás los podemos ver luego juntos. Dejé algunos en la biblioteca que quiero leer, pero ya sabes que no se me da muy bien. Ten cuidado con ese, es raro.- Murmuró cuando se acercaron al pequeño que se encontraba cerca de la entrada, el que la había asustado recién entrar. Siguió pensando entonces en el comentario de Reiv sobre su italiano mal pronunciado. Era un poco como todo. Decidió ser un poco más abierta de lo que siempre era. Ya tenía las defensas bajas y la sensación de estar expuesta. Qué más daba un poco más.

No sé escribirlo ni leerlo, pero puedo hablarlo y escucharlo. Los guardias ponían canciones cerca de las celdas para no dormirse de noche y a mi dormir se me daba poco. Y...- Quizo detenerse. Quizo, pero continuó. Quizás si comenzaba a contar las cosas comenzaría a sentirse más liberada y dejarían de tener el efecto devastador sobre ella.- Trabajé un tiempo de asistente de quien administraba las casas de citas. Tuve que aprender, tenía que entenderle.

No dudaba de que Juliet pudiese haberla reconocido por el olfato, pues su raza puede seguir rastros al tener ese sentido más desarrollado. Ella estaba muy segura, así que yo también lo estaba. Además, ya teníamos tres nombres para indagar más, Lucio, Sean y Giordano. - No entiendo por qué no habrán querido decir nada. ¿Ella murió en el parto entonces? - todo muy raro, sobre todo que ellos encontraran a la niña. La pregunta era más para mi mismo que para que ella respondiese, sabría tan poco como yo. La pelirroja también tenía palabras de odio y resentimiento hacia Blair, tratando de consolarse con que todo se pagaba. -  No sé si existe esa clase de "justicia", o si sólo preferimos creer que existe. - susurré, seguro de que ella no habría sufrido tanto ni habría sido torturada durante meses.

Sus respuestas múltiples a mi pregunta supusieron todo un ejercicio de discernir la verdad de lo que la adoran para suavizarlo, o tal vez ni siquiera sabía ella misma cuál de todas las respuestas era la verdad. Acabé sonriendo levemente con la última ocurrencia, aunque fuese una sonrisa más bien amarga. Me quedé un tanto pensativo sobre lo que podría hacer para ayudarla más, porque parecía que estaba haciendo esto como una manera de enfrentarse al dolor del pasado. No dejé de pensar en ello del todo, incluso cuando pasamos a hablar de Johan y otros asuntos, como la posible bronca del médico.

- Que entienda que quiera verlo y quedarme, es lo lógico. Seguro que él también querría si tuviese a alguien que le importase aquí.  - tiré de su mano hacia mí para levantarla, echando un último vistazo a la cuna antes de darme la vuelta definitivamente. Pasé también un brazo tras su cintura mientras me la llevaba de allí sin mirar más hacia atrás, aunque la mala sensación de lo que acababa de saber también venía conmigo.  - Claro, podemos leerlos juntos y entrenar después. Incluso llevarlos a Ouroboros para practicar clases con algún mentor. - el cambio de tema se hacia extraño, más porque seguía con la mente en otro sitio. La miré al caer en lo de los guardias, sintiéndome idiota.  

- El Coliseo. Sabes algo de italiano desde entonces. - asentí al comprender, sintiendo un profundo desprecio hacia el tío de la casa de citas en la que tuvo que estar.  - Espero que el karma también se haya encargado de esos. - volví al tono duro que había usado para referirme a Blair, guardando silencio unos segundos mientras caminábamos los metros restantes que nos separaban de la zona de habitaciones, Johan debía estar en alguna de esas.  - Has sobrevivido a muchas cosas, si te paras a pensarlo. Esto también lo superarás. Además...podría haber sido peor. Sólo habían pasado tres meses. - no me percaté de que aquello podía sonar como si hiciese de menos su pena, pero en ese momento pensaba en lo que le pasó a Josephine, habían sido muchos más meses.  - Y...siempre podemos tener otro. - susurré para que sólo me escuchase ella, dándole un beso en un lado de la cabeza. Tampoco pensé en si aquello podría sonar frívolo y fuera de lugar o no.

Respondió a la pregunta de Reiv solo con más dudas, pues ella también se había stado pensando desde hacía un rato.- No lo sé, ¿sería por protegerla? Blair hizo mucho daño, quizás esperaban que eso no tuviera repercusiones por haber sido engendrada por ese monstruo.- Susurró, recordando como ella misma tampoco fue capaz de decir el nombre cuando recién se encontró con la niña, pero ahora, junto a Reiv, lo decía con naturalidad. De no tener tan presente todo lo que les había hecho casi sentiría pena por ella, y por su hija. A pesar de la negativa de Reiv sobre la justicia y el karma, le pellizcó suavemente el brazo.- Solo di que sí. Lo hace todo más fácil.- Al menos, si llegaba Lucio tenía a alguien al lado para pelear sus batallas. Se veía Reiv con más energía de la que llevaba encima. Solo esperaba que no huyera la próxima vez que sacara el tema de esa niña, que no quedaría solo en un encuentro fortuito.

Se supone que los profesores son los que están más cuerdos y míranos nada más.- Dijo en un agotado tono de broma, refiriéndose a las clases que aún daban de vez en cuando en Ouroboros. Tendría muchas más razones para golpear cosas la próxima vez. Y entrenar tampoco se sentía tan mal. Habían dejado ya un duelo un poco inconcluso desde antes que los secuestrara la Alianza. Una vez más, todos sus recuerdos parecían dar vueltas. Todos llegaban a dar a la Alianza y gente relacionada.

Sintió en la voz de Reiv un nuevo motivo de furia en su pasado. Quizás ser abierta con temas del Coliseo no era tan bueno para él como a veces trataba de hacerle creer. Decía querer saber cosas, pero parecían hacerle más mál que bien. Respondió con un simple si. Aunque después tuvo que ampliar un poco la respuesta, dando más datos que no tenía muchas ganas de dar.- Quizás yo me encargué de un par.- Esperaba que el karma no fuera tras ella por eso, justo como estaba pidiendo que fuera para Blair.

Escuchó entonces de su propia boca aquella oda a su instinto de supervivencia, aunque acabada de una manera un tanto insensible, moviendo algo en su interior que no debió de haberse movido. Un reclamo salió de su boca, aunque no para él como para ella misma.- Leila pasó por lo mismo.- Susurró, ahorrándose el "y ella sí lo logró", dejando salir por fin una de las cosas que más le dolían de todo. No dio más explicaciones. Supuso que él entendería.- Quizás Victorya no habría podido cargarme todo el tramo si hubiese tenido más meses. Todo ya estaba escrito.- Un pinchazo en el pecho le recorrió tras aquella última frase y el beso que el contrario le dejó. Tuvo que negar con la cabeza de inmediato. Aquello era demasiada angustía y presión para una sola persona.- Cuando acabe la guerra y encuentre a mi familia. Cuando tu y yo estemos más cuerdos.- Susurró, recargando la cabeza en el hombro del contrario, dejando su firme negativa en el aire.

No dejes que pase, no dejes que pase, no dejes que pase... se repetía una y otra vez en la cabeza con la intención de no cerrarse en banda, sobre todo por el último comentario de Reiv. Debía evitar esa clase de comentarios negativos que solo hacían mella en la relación. Se preguntó si forzarse así serviría o terminaría en desgastarla más. Tras esforzarse, encontró algo que quizás podría alegrar su respuesta.- Aunque practicar sí podemos. No se nos vaya a olvidar. Róbate un par de pociones.- Murmuró, tratando de hacer más llevadero el camino hacia la habitación donde Johan se encontraba, que ya solo quedaba a algunos metros.- Es allá. Quizás siga dormido, le pusieron un sedante fuerte. Será lindo ver una cara conocida cuando despierte.- Murmuró, recorriendo los últimos metros que lo separaban del lugar. Al llegar, abrió la puerta con cuidado, por si había alguien dentro. Tras asegurarse que la enfermera que no la quería mucho se había ido, dio paso para entrar en la habitación.

Me aparecía apurado en el hospital y en cuanto pisé tierra firme, empecé a gritar como loco -Dónde está el orejotas! o el tío del bigote!- ni dejé que me contestaran pues empecé a correr hacia adentro con Lila en brazos que estaba llorando con fuerza, no sabía si era por la aparición o por lo que fuera que le pasaba pero ya me estaba preocupando mucho. Pasé por la primera sala y no vi a nadie, además solo parecían camas para los alumnos que les dolía la barriga y se iban a echar una siesta, no, yo necesitaba a un médico de los buenos y esos eran el orejotas y el del bigote, que sabía yo eran los dueños del cotarro.

Alguna que otra enfermera me seguía de lejos pero no les hacía ni caso, seguí lo que parecían pitidos de máquinas de esas que te monitorean gente que está mal y la seguí, seguro que los dos estarían por ahí, al final llegué al área de cuidados intensivos sin saberlo y fui moviendo cortinas -Orejotas! mi hija no deja de llorar!!!- dije algo alto, tras la puerta número uno había una mujer con gafas, estaba en una de las camas así que era una paciente -Has visto al de las orejas o a Lucio? no? si? joder!- ni siquiera supe que me había contestado pero yo seguí a lo mío yendo de un lado a otro hasta al final encontrar a Reiv y Juliet, estaban junto a Johan que estaba durmiendo en la cama, el encuentro me sorprendió bastante -Reiv! Pelirroja! joder qué le ha pasado ahora a tu hermano? bueno, no importa, sabéis si el elfo o Lucio están por aquí? Lila no deja de llorar y tiene fiebre... Leila me mata si le pasa algo-

Un hombre portando en brazos un bebé que no dejaba de llorar apareció por mi habitación, estaba buscando a Lucio y a alguien de las "orejas", supongo que el bebé tendrá algún padecimiento y ese será un padre primerizo. Suspiré y medio reí, es gracioso como todos los padres primerizos actúan cuando su primer hijo enferma, bien, habrá que hacer algo por si acaso no encuentra a Lucio o al de las "orejas" y acabe enturbiando el descanso de los demás pacientes.

Me levanté con cuidado de la cama y busqué en un armarito cercano mis cosas, me vestí y me puse mi bata de científica con mi identificación colgando de la solapa izquierda, revisé que ne mis bolsillos aun conservara el instrumental básico, seguí el sonido de los llantos y los gritos del padre y abrir de puertas, al final llegué a una habitación donde había más gente, debían de ser conocidos o amigos suyos. Desde la puerta alcancé a escuchar lo que más o menos le pasaba al bebé.

Di un par de golpes y entré en la habitación.
- Hola, disculpad, no he podido evitar la curiosidad sobre este alboroto, soy Sophia, científica, he ayudado más de una vez en este hospital a Lucio, si quieres puedo prestar mi ayuda mientras él no aparece. - hice un saludo a los presentes en la sala y puse una mano sobre la frente del bebé, efectivamente la fiebre era bastante alta - Normalmente los bebés al no tener unas defensas tan desarrolladas, ante una infección utilizan otros mecanismos de defensa, la fiebre activa sus defensas y además impide el crecimiento del agente infeccioso, dado que necesitan temperaturas más frías para sobrevivir y duplicarse, como medida preventiva ya que la fiebre es muy alta, deberíamos darle un poco de agua y refrescarlo, iré a buscar un antitérmico y también antibiótico. - carraspeé un poco y coloqué mis gafas bien - algo de agua para hidratarlo y ayudar a refrescarlo, fría no, del tiempo mejor y a ser posible, que no sea del grifo, no tardaré mucho, nos vemos de nuevo en esta habitación, de mientras le dejaré algo para ayudar.

No estaba muy segura de si iba a funcionar a la primera, después de todo me había levantado hace poco y no había vuelto a probar a usar los poderes pero había que intentarlo. Una pequeña luz se formo en la palma de mi mano y suavemente la zarandeé haciendo que la luz se fuese hacia el bebé y lo cubriese en un campo de estrellas sanador. Sonreí y asentí con la cabeza, me di media vuelta y abrí la puerta con la intención de ir a la zona donde guardaban los medicamentos. Por el camino le comenté a una enfermera que buscara a los médicos principales que teníamos un bebé enfermo de urgencia y que mientras los encontraba iba a aplicarle cuidados básicos de primera urgencia.

No me cabía en la cabeza que alguien quisiera proteger a Blair, pero cabía la posibilidad de que hubiesen mentido por protegerla. Mi silencio y gesto pensativo podían ser suficientes para darle la razón a Juliet sobre eso. Tendríamos que sacar más información al respecto. Su pequeño pellizco en el brazo me devolvió al momento presente, acabando por asentir a regañadientes a eso del karma. Seguía sin creer en ello, muchos se libraban sin consecuencias. Lo siguiente que dijo sobre la cordura consiguió hacerme gracia, era una manera de verlo. - Creo que queda muy poca gente cuerda hoy día. Y los profesores son los que peor están. - le seguí la broma de los profesores chalados, aunque tampoco me consideraba a mi mismo profesor por colaborar de vez en cuando con algunas clases en la isla. Al menos teníamos la oportunidad de enseñar lo que habíamos aprendido durante tantos años de pelea, sobre todo ella, que empezó bien pronto. Le lancé una mirada de aprobación cuando dijo que ella se habría encargado de eliminar al menos de un par de tipos en el Coliseo, lástima que no cayesen más.

Todo aquello formaba parte del pasado, al igual que lo de los campos, pero aquellos recuerdos parecían más difíciles de olvidar, tal vez por lo reciente, o por las consecuencias que tuvo. Volví a sentir la maldita frustración cuando la escuché justificarse con lo de Leila o con que Victorya no habría podido cargarla si hubiese estado de más tiempo. En el fondo supuse que era una manera de autoconvencerse, y tal vez era mejor así. - Sobrevivimos los dos, eso es lo principal. Estuvimos a punto de no hacerlo...tenemos suerte después de todo. - traté así de reforzar la idea de que bastante bien había salido todo, a pesar de lo que nos hicieron. Me dio la impresión de que no le pareció demasiado bien mi propuesta de volverlo a intentar, y casi me arrepentí de haberlo hecho al ver su gesto negativo. Las condiciones me sonaban a nunca, demasiado utópico y perfecto para que sucediese. Preferí guardarme lo que pensaba de verdad. - No importa. Tampoco es necesario. Era por...si lo necesitabas. - negué también con la cabeza como para no darle más vueltas al tema, aceptando enseguida lo de entrenar. Eso se nos daba bien.

Por fin llegamos a la habitación de Johan, donde abrimos la puerta con cuidado aunque no hubiese riesgo de que despertase. Parecía que se había llevado unos buenos golpes con eso de caer de un acantilado, pero tampoco sabía si tardaría mucho en despertar o tendría que quedarse un par de días más. - Entonces...¿él te dijo que me avisases? ¿qué más te dijo? - pregunté a Juliet con curiosidad, aunque a los pocos segundos apareció por allí Kyllian, llevando a la niña de Leila, que no paraba de llorar. - Kyllian, ¿dónde te habías metido? - Me separé de la cama de Johan para ir hacia el feral, que tenía pinta de estar todo agobiado, y no era para menos.

- Ni idea, yo también andaba buscando un médico. ¿Leila te ha dejado a la niña a ti solo? - me extrañaba no verla por allí, y yo tampoco podía ayudarle mucho. - Jul tiene poderes de sanación, tal vez ella podría hacer algo hasta que llegue el médico...- miré hacia atrás como invitándola a acercarse.
No llegó a ser necesario, pues enseguida apareció una médica que me sonaba vagamente, encargándose de la niña.

El silencio de Reiv habló por si solo, sobre todo con los pensamientos que dedicaron a Blair. Al menos logró a que aceptara por a malas que la justicia existía. Eso la dejó más tranquila, aunque podía ser que él no sintiera lo mismo. Soltó una risa cansada cuando habló de los profesores, aceptando la realidad, pues muchas veces eran los que peor estaban de la cabeza. Ya habían vivido mucho.

Al menos pudieron tajar bien el tema del Coliseo, bien sorteado por primera vez con una mirada más tranquila por parte de Reiv. Era lo más que habían podido discutir de esas épocas sin uno salir corriendo de furia y otra de impotencia. Definitivamente estaban haciendo un progreso, fuera este cual fuera. Por ahora, parecía que la situación con la Alianza era lo que ponía tensos a ambos. Ya harían momento después para hablar de eso a profundidad. Parecía que Reiv también tenía asperezas que limar en ese tema.- Tenemos suerte.- Repitió alabando la palabra de quien no quería usar karma pero sí suerte.- Pero también parece que tenemos cerca a gente que nos aprecia.- Susurró, abrazando con más fuerza a Reiv por unos momentos, pensando en lo verdaderamente afortunados que habían sido cuando Johan llegó al rescate. Se dio cuenta de que su negativa había sonado de lo más brusca. Quizás era que simplemente nunca se les iba a dar bien hablar de esos temas.- ¿Y tu no lo necesitas? - Quizás era poner el dedo en la llaga y hacer la plática más difícil, pero hizo la pregunta, esperando que no lo ofreciera solo para hacerla sentir mejor a costa de lo que él deseara.

Se sentó en una de las sillas cercanas a Johan cuando finalmente pudieron llegar a la habitación. Afuera parecía haber mucho alboroto, pero no se sentía como que hubiera un trol en las mazmorras, sino como algo natural de hospitales.- Cuando llegué y me vio preguntó por ti preocupado, quizás creyó que estabas internado o algo. Y luego me dijo que te dijera que vinieras. Creo que quería verte bien. No alcanzamos a hablar mucho, el sedante hizo efecto rápido.- Ni bien terminó de hablar, los gritos llegaron hasta el lugar, mirando a Reiv sorprendido cuando pareció conocer a quien hacía el alboroto. Poco acercamiento hizo falta para darse cuenta que traía en brazos a la hija de Leila. El hospital había dejado de ser un lugar de sangre y horror para parecerse más a una estancia infantil. Justo habían hablado hacía poco tiempo de esa precisa niña. Aunque trató de acercarse a la primera, dudó unos instantes en hacerlo. No era miedo de pensar que no podría hacerlo, sino pensar en el tema de los hijos. A esa niña en particular la había evitado por mucho tiempo en la cueva de su tío, hasta ahora que se levantaba, acercándose lentamente para ver por detrás del hombro de Reiv y se sorprendía de que los bebés tuvieran entre sí algunas características en común, como un rasgo en el olor que compartían, y aquellos tan únicos, como esos ojos lilas que no podía decir si había visto antes. Recargó la mejilla en el hombro de Reiv, viendo por encima lo que hacían a la bebé, tomando después su mano mientras respiraba profundamente, deshaciendo los malos pensamientos que volvían a surgir cada vez que veía una criaturilla de esas. La médica no hablaba de los bebés como los querubines angelicales que todos veían, lo que la hizo sentir un poco más tranquila y contenida.-Nunca vamos a saber qué habría sido.- Le dijo a Reiv, aún ocultándose detrás de él en la voz más baja que pudo, procurando que ningún otro en la sala le escuchara hablar.

Salí apresuradamente del edificio de viviendas de la academia, esperando que a Bellatrix no le hubiese dado por seguirme para hacerme un interrogatorio. A saber lo que iría contando por allí, ella o la propia Adele. No me gustó nada que estuviesen escuchando nuestros planes al otro lado de la puerta. Al entrar al hospital procuré que no me encargasen ningún trabajo de última hora, pues tenía que cumplir con la misión de llevarme de allí a la niña de Blair. Ya habían pasado horas desde que la trajimos, y seguramente su madre estaría ya preocupada. Llegué a la habitación en la que estaban los recién nacidos, dudando un momento de qué niña tenía que coger. Por suerte reconocí cuál en apenas unos segundos, sacándola de la cuna para llevarla en brazos. Mi idea era ir a hablar con Aldaron antes de llevarla de vuelta, pero me desvié un momento al escuchar gente de más en la zona de cuidados intensivos.

"están haciendo demasiado ruido...a ver qué pasa aquí"

- Sólo se pueden recibir visitas de uno en uno, no más de una persona aquí, por favor. - comencé a decir mientras me acercaba a la habitación en la que se había quedado Johan, aunque enseguida me di cuenta de que conocía a todos los que estaban por allí. Con la primera que me tope fue con Sophia, lo que me dejó bastante sorprendido porque hacia mucho tiempo que no sabía nada de ella, ni dónde había ido, ni cuándo había regresado...nada. - ¡Sophia! ¿Cuándo has vuelto? nadie me había dicho que habías regresado al hospital, y eso que estoy aquí todos los días. - era una situación de lo más extraña, puesto que una vez estuvimos a punto de ser algo, pero la cosa no llegó a cuajar. Las cosas habían cambiado de manera radical desde entonces. - Bueno, ya me lo explicarás todo con calma y te contaré yo también... - resolví apresuradamente al ver la situación que teníamos, mirando a la niña de Kyllian, de la que teníamos que encargarnos. - Me alegra que hayas regresado. - sonreí antes de dejarle paso, porque al parecer iba a buscar algo cuando la interrumpí. Después volví a mirar al resto. - Aldaron puede encargarse de Lila también, y de paso hacerle una revisión completa. Yo tengo que llevarme a esta niña. ¿Necesitas algo de mí, Kyllian? - pregunté dubitativo al verlo nervioso, evitando la mirada de Juliet por si le daba por seguir interrogándome como antes.